
El drama se apoderó del pelotón Olaeta durante la cuarta etapa de la Itzulia, entre Etxarri Aranatz y Legutio, cuando a tan solo 36 kilómetros del final y con un par de puertos restantes, un accidente cambió radicalmente el panorama de la carrera y, posiblemente, del año ciclista. En la víspera de la resolución de la etapa, los ciclistas descendían en frenética persecución de los seis escapados del día cuando una curva mortal provocó una caída que dejó a varios corredores heridos.
Uno por uno, los líderes del grupo, que se movían a alta velocidad, fueron cayendo en la trampa de esta curva. El nerviosismo que se había apoderado de la etapa se transformó de repente en un drama escalofriante. Aunque las consecuencias exactas de la caída todavía están por determinarse, la imagen de los ciclistas amontonados en la acequia, heridos y atónitos, es un recordatorio de los riesgos de este deporte.
Entre los más afectados se encontraban varios favoritos para la victoria. El más preocupante era Jonas Vingegaard, quien permaneció inmóvil durante varios minutos, en posición fetal, antes de ser llevado al hospital en camilla, con collarín y entubado. También Remco Evenepoel resultó herido, abandonando la carrera con la clavícula afectada, mientras que Primoz Roglic sufrió magulladuras, aunque afortunadamente nada grave a priori.
La caída provocó el caos en la prueba vasca. Los jueces decidieron neutralizar la etapa, a la espera de la llegada de las ambulancias para atender a los afectados. En total, se calcula que al menos 12 corredores resultaron heridos en la caída, entre ellos Jay Vine, Cepeda, Sean Quinn y Natnael Tetfatsion.
Finalmente, se tomó la decisión de que los escapados continuaran la carrera hasta el final, aunque los tiempos no se contabilizarían para la clasificación general. El pelotón restante avanzó de forma neutralizada, marcando un día sombrío en la historia de la Itzulia y del ciclismo en general.
Este incidente pone de manifiesto, una vez más, el peligro inherente al ciclismo, un deporte en el que los corredores se enfrentan a altas velocidades, terrenos difíciles y condiciones meteorológicas a menudo impredecibles. También resalta la necesidad de garantizar la seguridad de los corredores, ya sea mediante la mejora de las condiciones de las carreteras, la implementación de medidas de seguridad adicionales o la formación de los corredores en técnicas de caída segura.
Mientras tanto, los equipos y los seguidores del ciclismo en todo el mundo están pendientes de las actualizaciones sobre el estado de los corredores heridos. El accidente ha dejado un vacío en la competencia, con varios de los principales contendientes fuera de la carrera. Sin embargo, la Itzulia continúa, y los corredores restantes tendrán que enfrentarse a los desafíos que quedan con la sombra de este accidente aún presente.
En el ciclismo, como en la vida, los accidentes suceden. Pero cada vez que ocurren, nos recuerdan la fragilidad de la condición humana y la importancia de la seguridad en todos los aspectos de nuestra vida. A medida que la carrera continúa, todos esperamos que los corredores heridos se recuperen pronto y que se puedan tomar medidas para prevenir incidentes similares en el futuro.