
Bernard Hinault, una leyenda del ciclismo, describió la carrera de la París-Roubaix como una mezcla de frustración, masoquismo y venganza. Conocida como el infierno adoquinado, la París-Roubaix es una carrera que exige esfuerzos supremos y una lucha interminable por la supervivencia. Este domingo, el fenómeno neerlandés Mathieu van der Poel (VDP) volvió a triunfar en el emblemático velódromo que corona esta clásica prueba.
La París-Roubaix es una carrera de 259 kilómetros que incluye 55,7 kilómetros adoquinados, repartidos en 29 segmentos. La superficie castiga los brazos y las piernas con un traqueteo constante y la mente con un suplicio interminable. Algunos de sus supervivientes aseguran que al acabar la clásica parece que te ha arrollado un camión y que no puedes moverte durante una semana.
En esta ocasión, sin lluvia, VDP derrotó a sus enemigos con solo dos ataques. Su superioridad es mayúscula, tal como demostró en el Tour de Flandes, con otra ofensiva de larga distancia. El primer desafío de este domingo lo lanzó en el Bosque de Arenberg, una zona simbólica del ciclismo más extremo, y que estrenaba una polémica chicane para ralentizar la entrada en la zona empedrada.
Entre los mejores del reducido pelotón estaban Stefan Kung (Groupama), Nils Politt (UAE), Vermeersch (Alpecin) y Wellens (UAE). Todos viajaban estirados, buscando las escapatorias de hierba en los sectores de pavés.
El segundo desafío de VDP llegó a falta de 59 kilómetros, en Orchies, una zona de piedra catalogada con cuatro estrellas. Los enemigos de La Bestia intentaron la neutralización, pero pronto desistieron en su objetivo. En cinco kilómetros, la distancia ascendió al minuto y en el Carrefour de l’Arbre, la renta subió a tres minutos. El público ovacionaba entusiasmado al héroe.
Por detrás, Jasper Philipsen, Pedersen y Politt peleaban por dos plazas en el podio. Philipsen, compañero en el Alpecin, fue segundo, y Pedersen, tercero. Las mismas dos primeras plazas de 2023, lo que supuso una doble fiesta para el Alpecin.
VDP, que defendió con autoridad el título de la edición de 2023, sigue adornando su palmarés como uno de los clasicómanos más laureados de las últimas décadas. A sus 29 años ya suma seis triunfos en Monumentos, a las dos victorias en la París-Roubaix hay que unir las tres del Tour de Flandes (2020, 2022 y 2024) y una Milán-San Remo (2023). Los últimos que encadenaron Tour de Flandes y París-Roubaix en la misma temporada fueron el belga Tom Boonen y el suizo Fabian Cancellara, algo que nunca consiguió Eddy Merckx.
VDP se impuso en el Infierno del Norte portando el maillot del arco iris, al igual que hizo, en 1981, Bernard Hinault, el francés que odiaba el masoquismo de Roubaix. A pesar de la dureza y el esfuerzo extremo que exige esta carrera, el ciclista neerlandés demostró una vez más su superioridad y su destreza en las clásicas, reafirmando su lugar como uno de los ciclistas más destacados de su generación.