
El domingo 14 de abril de 2024, en un trágico incidente en la Feria de Sevilla, una yegua murió súbitamente en plena calle alrededor de las cinco de la tarde. Este inesperado suceso provocó una conmoción entre los presentes y planteó cuestiones sobre el cuidado de los animales en la Feria.
El animal, llamado Paloma, era parte de un coche de caballos junto a otro ejemplar macho. El cochero contó a EL MUNDO que el carruaje estaba parado en la intersección de las calles Chicuelo y Juan Belmonte, cuando Paloma se desplomó repentinamente. El cochero y otros voluntarios entendidos en caballos corrieron a ver qué había sucedido.
El personal del carruaje, que también eran los responsables de Paloma, procedente de Camas, se apresuraron a quitarle los arreos e intentaron refrescarla con agua. A pesar de que acababan de llegar a la Feria, pensaron que había sufrido un golpe de calor. Desafortunadamente, el animal cayó al sol y fue imposible moverlo a una zona sombreada.
Unos quince minutos después, Paloma falleció. Un veterinario de una caseta cercana confirmó la desoladora noticia hasta que llegó al lugar la veterinaria Evelyn Eichler. Eichler certificó que la yegua «estaba en perfectas condiciones, con apariencia saludable, cuidada, gorda y bien» y que la muerte había sido por «un infarto fulminante«.
El impacto emocional del suceso fue palpable, especialmente entre los responsables de Paloma. Uno de ellos tuvo que ser llevado a una caseta entre dos personas, ya que no podía contener el llanto. El cochero, por su parte, estaba destrozado y expresó a EL MUNDO que Paloma era como su tercera hija y la reina de la casa. Mientras tanto, el público rodeó a la yegua y algunos incluso grabaron la escena con sus móviles.
A pesar de las súplicas de los responsables de Paloma para que no se grabara el incidente por respeto y por ser una imagen dura, surgió un debate sobre el cuidado de los caballos en la Feria de Sevilla. Algunos observadores, incluyendo una familia, vieron el incidente como una forma de maltrato animal y decidieron que sus hijas nunca subirían a un coche de caballos.
Sin embargo, otros defendieron al cochero y a sus colegas, argumentando que los animales, al igual que las personas, también pueden sufrir infartos. Una vez finalizado el debate, solo quedaba esperar a que llegara el camión para recoger a Paloma.
«Ahora se lo llevarán para enterrarlo», dijo una madre a sus hijas, mientras otro niño quería tocar a Paloma y santiguarse. Este trágico suceso en la Feria de Sevilla ha provocado un profundo pesar entre los presentes y ha abierto un debate necesario sobre el cuidado de los animales en este tipo de eventos.