
Según el Informe de Economía Solidaria 2023, presentado por Cáritas, de las 53.536 personas que participaron en su programa de empleo, 13.266 han conseguido un trabajo. A lo largo del año, 15.355 personas llevaron a cabo 1.131 acciones formativas diseñadas para reducir la brecha que representa que las personas en riesgo de exclusión tengan una tasa de paro siete veces superior al resto de la población activa.
La Confederación cuenta con 68 entidades de economía social, una más que el año pasado, pero aún por debajo de las 73 de un 2019 prepandémico. Estas entidades desarrollan 265 líneas de negocio en 37 sectores. En 2023, Cáritas dedicó 136,8 millones de euros a todas las iniciativas de economía solidaria, un 16,4% más que en 2022, una cifra récord.
Parte de estas iniciativas las presentó Cáritas en Valencia, en la planta de reciclaje de residuo textil de Moda Re – Koopera. Esta iniciativa incluye la recolección, selección, catalogación y posterior venta de ropa de segunda mano. Cáritas se encarga del 44% del textil que se recoge en España, lo que asciende a 44.000 toneladas que se distribuyen en 8.038 contenedores.
«Creemos en un modelo económico que busque el bien común», afirmó Ana Heras, coordinadora del equipo de Economía Solidaria de Cáritas España. Para ella, el empleo siempre ha sido un papel significativo para Cáritas, pero para cumplir esa función integradora, debe ser un empleo digno.
La labor de Cáritas en este camino es de acompañamiento de las personas que, por sus circunstancias vitales, no han podido adquirir las competencias necesarias. Con las empresas de inserción buscan que las personas aprendan a trabajar trabajando.
Por su parte, Aurora Aranda, directora de Cáritas Valencia, recordó que detrás de todo esto «hay personas». «No trabajamos con estadísticas, trabajamos acompañando a personas a través de proyectos». Les proporcionan herramientas y conocimientos, incluyendo derechos laborales.
Mayerlin Carabali, una colombiana de 33 años, es una de las personas que forman parte de esta iniciativa. A través de la trabajadora social, llegó a Cáritas y desde entonces ha aprendido a cumplir horarios, a ser responsable y a seguir las órdenes de los jefes.
El marroquí Tarik Benzari, de 62 años, y la peruana María Georgina Navarrete, de 44 años, son otros ejemplos de personas que han encontrado empleo a través de las iniciativas de Cáritas.
Manuel León, gerente de Moda RE, explica que algunos de los participantes no tienen ni los estándares mínimos para trabajar cuando llegan, pero no les supone un problema; si acaso, un reto. «Hay heridas muy gordas y hay gente a la que cuesta mucho recuperar». Pero lo consiguen.
La idea de crear esta empresa de inserción, Moda RE, fue recoger la tradición de las parroquias con la recogida de ropa. «Hay pioneros que se dan cuenta de que se puede generar una actividad empresarial a partir de esto», explicaba León. Y dan empleo, precisamente, a muchas de las personas que eran beneficiarias de esa recogida de ropa.
Esta es otra de las claves en este proceso en el que la circularidad y el reciclaje adquieren un nuevo significado. La ropa que donan a quien la necesita no se les entrega en paquetes, sino que se sustituye por bonos que pueden canjear -sin coste- en estos establecimientos. De este modo, no solo pueden elegir lo que más les encaje, sino, sencillamente, lo que más les guste. «Es dignificar la caridad», resume León.