
El paisaje del macizo del Garraf esconde entre sus barrancos un objeto inusual que se ha mantenido en su lugar durante casi medio siglo. Tras una curva cerrada con vistas al Mediterráneo, se puede vislumbrar el esqueleto oxidado de un coche. Este no es un vehículo común, es un Citroën Tiburón DS, un vestigio del cine quinqui que ‘El Torete’ condujo.
El cine quinqui fue un subgénero del cine español que floreció en los años 70 y 80. Sus personajes suelen ser jóvenes de clase baja y delincuentes, que se ven envueltos en situaciones de violencia y criminalidad. ‘El Torete’ es uno de estos personajes emblemáticos, un ladrón de coches que se convirtió en una figura icónica de este subgénero.
El Citroën Tiburón DS que este personaje conducía es uno de los muchos coches que fueron robados y utilizados como vehículos de escape en las películas de esta época. Este coche, en particular, ha permanecido en su lugar durante casi cincuenta años, convirtiéndose en un testimonio tangible de un tiempo y una cultura específicos.
El hecho de que este coche se encuentre en un barranco del macizo del Garraf no es una coincidencia. Este lugar es conocido por ser una zona de difícil acceso, lo que lo convierte en un escondite ideal para los delincuentes de las películas. En muchos casos, estos coches eran abandonados en lugares como este después de ser utilizados en los robos.
El estado actual del coche es un testimonio de su historia. Carcomido por el óxido, su esqueleto se mezcla con el paisaje circundante, casi como si fuera una parte natural de él. Sin embargo, a pesar de su estado deteriorado, todavía es posible reconocer la forma característica del Citroën Tiburón DS.
Este coche es un recordatorio de una época en la que el robo de coches era una práctica común en las películas españolas. Las habilidades de conducción de los personajes como ‘El Torete’ eran a menudo destacadas, con secuencias de persecución y robos de coches siendo una característica común de estas películas.
El Citroën Tiburón DS, en particular, era un coche muy popular en esa época. Con su diseño futurista y su rendimiento superior, se convirtió en un objetivo deseado para los ladrones de coches en la vida real y en la gran pantalla.
A pesar de su apariencia actual, este coche sigue siendo un objeto de fascinación para los aficionados al cine y a los coches. Su ubicación en el macizo del Garraf lo convierte en un lugar de peregrinación para los que quieren recordar y rendir homenaje a esta época del cine español.
En resumen, el Citroën Tiburón DS abandonado en el macizo del Garraf es más que un simple coche oxidado. Es un vestigio del cine quinqui, un testimonio de una época y un icono cultural que sigue atrayendo la atención de los aficionados. A pesar de su estado deteriorado, sigue siendo un recordatorio de una figura icónica del cine español y de una época que dejó una huella indeleble en la cultura popular.