
Pedro Rocha, pese a su condición de investigado en la ‘Operación Brody’, ha sido proclamado nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) este viernes, tal como se ha anunciado oficialmente a través de un comunicado emitido por la propia Federación. Este hecho, aunque esperado, no deja de resultar impactante en el panorama del deporte nacional.
Según se detalla en la Orden EFD/42/2024, de 25 de enero, por la que se regulan los procesos electorales en las federaciones deportivas españolas, y el Reglamento electoral de la RFEF, la Comisión Electoral ha procedido a la proclamación directa del candidato que, de inmediato, pasará a ejercer como presidente de esta entidad.
La polémica en torno a la figura de Rocha no es algo reciente. Su nombre ha estado vinculado a la ‘Operación Brody’, una investigación en curso que, sin embargo, no ha impedido su nombramiento como presidente de la RFEF. Tal y como dicta la ley, sólo una sentencia condenatoria en firme podría haber cerrado la puerta a su presidencia.
El Consejo Superior de Deportes (CSD), en su reunión del jueves, tampoco interpuso obstáculo alguno a la elección de Rocha. De hecho, no se planteó siquiera la votación de su posible suspensión cautelar en virtud del expediente, por falta «muy grave», que le ha incoado el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD).
La figura del presidente electo de la RFEF, por lo tanto, se encuentra en estos momentos bajo la lupa tanto de la justicia como del público. La ‘Operación Brody’, de la que aún se desconocen muchos detalles, es una sombra que planea sobre la gestión futura de Rocha al frente de la Federación.
Por su parte, la Federación Española de Fútbol, que ha visto cómo su nombre se ha visto involucrado en una serie de controversias y escándalos en los últimos años, busca con este nombramiento una nueva etapa de liderazgo y estabilidad.
La elección de Rocha como presidente de la RFEF, por lo tanto, se presenta como un reto a varios niveles. Por un lado, el nuevo presidente deberá enfrentarse a los retos propios del cargo, que incluyen la gestión de los equipos nacionales, la organización de los campeonatos y la promoción del fútbol a nivel nacional e internacional.
Por otro lado, Rocha deberá lidiar con las complicaciones legales que puedan surgir de la ‘Operación Brody’. Aunque hasta el momento no haya ninguna sentencia condenatoria en firme que le impida ejercer como presidente, la situación podría cambiar en el futuro, dependiendo de los resultados de la investigación.
La elección de Rocha, por lo tanto, no es sólo una cuestión deportiva. Es también una cuestión de imagen y de confianza. La Federación Española de Fútbol, al elegir a un presidente investigado, ha hecho una apuesta arriesgada.
Sólo el tiempo dirá si esta apuesta resultará beneficiosa para el fútbol español. Mientras tanto, la figura de Rocha, el nuevo presidente de la RFEF, seguirá siendo objeto de atención y especulación en la prensa y en la opinión pública.
La ‘Operación Brody’, por su parte, se erige como un recordatorio de que, aunque el fútbol es un deporte, también es un negocio que genera millones de euros y, por tanto, está sujeto a las mismas normas y controles que cualquier otra actividad económica.
En esta nueva etapa de la Federación Española de Fútbol, con Rocha a la cabeza, todos los ojos estarán puestos en su capacidad para liderar y gestionar el organismo en medio de la polémica. La presidencia de Rocha será, sin duda, una prueba de fuego para el fútbol español y para él mismo.