El esperado pronóstico de lluvia, que amenazaba con deslucir el evento, no se cumplió en la reciente manifestación organizada por la Comisión 8M en Madrid, la principal de las dos que se llevaron a cabo. La anticipación de mal tiempo no fue suficiente para disuadir a los manifestantes, que acudieron en números mayores a los esperados. Tanto fue así que los altos funcionarios y políticos socialistas esperaron más de una hora para unirse a la marcha que comenzó en Atocha y pasó por el Museo del Prado.
Las primeras filas estaban reservadas para las mujeres de las asambleas de pueblos y barrios, seguidas de una batucada compuesta por 500 personas. Entre los presentes estaban Ana Redondo, en su primer 8-M como ministra de Igualdad, y las también ministras Pilar Alegría, Teresa Ribera y Elma Sainz. Junto a ellas se encontraban la esposa del presidente, Begoña Gómez, y el candidato socialista a las elecciones europeas, Nicolas Schmit. El único ministro varón del Gobierno, Fernando Grande-Marlaska, también estuvo presente y fue objeto de las consignas de un grupo de mujeres de la Comisión de Migración y Antirracismo.
Entre los participantes más jóvenes se encontraba Manu, un niño de 3 años que ya lleva dos 8-M en su corta vida. Sosteniendo un sándwich en una mano y un cartel en la otra, Manu era la vanguardia de una decena de carritos de bebé, todos ocupados por niños de la guardería Tobogán. Su madre, Cisca, subrayó la importancia de asistir a la manifestación para proteger los logros alcanzados y mirar hacia el futuro.
A pesar de la solidaridad general, hubo voces disonantes. Una mujer de 74 años, que prefirió mantener el anonimato, dijo estar allí «en defensa de los hombres» y para ser vista por las feministas. Llevaba una camiseta naranja con mensajes como «custodia compartida».
Por su parte, Noa, Icar e Inés, estudiantes de 16 y 17 años, acudieron a su primer Día Internacional de la Mujer en solitario. Elegieron la marcha de la Comisión 8M porque habían leído que era «la más numerosa», pero admitieron no tener idea de las diferentes reivindicaciones de las organizaciones participantes.
La división del movimiento feminista en dos se ha asociado con la disminución de participación en los últimos años: 27.000 personas en 2023 y 50.000 entre ambas manifestaciones el año anterior. Este año, a la cita principal en Madrid asistieron 30.000 personas, casi el doble que en 2023, pero lejos de las 300.000-400.000 de la convocatoria única de 2018 y 2019.
En otras ciudades españolas, también se realizaron manifestaciones, con 40.000 personas en Barcelona, 20.000 en Bilbao, 6.000 en Granada y 3.500 en Málaga.
La manifestación «alternativa» atrajo a unos 6.000 manifestantes, según estimaciones propias, y se centró en el rechazo a la Ley Trans y una postura 100% abolicionista respecto a la prostitución. Esta marcha, convocada por colectivos como Femes, Alianza Contra el Borrado de Mujeres y la Plataforma Estatal de Organizaciones de Mujeres, entre otras, comenzó con poca afluencia en Cibeles, pero terminó con una gran asistencia en la Plaza de España.
La manifestación alternativa también contó con momentos de creatividad y humor. Uno de los más destacados fue el de un grupo de cien mujeres vestidas con túnicas blancas y máscaras, que llevaban velas y caminaban en formación silenciosa en protesta contra el «terrorismo machista».
A pesar de las diferencias y desacuerdos, la presencia masiva en la marcha del 8 de marzo demuestra que el movimiento feminista sigue siendo una fuerza a tener en cuenta en la sociedad española.