
El campeonato más importante de la modalidad de billar conocida como snooker se celebra estos días, captando la atención de multitudes no sólo en el Reino Unido, donde es considerado casi como una religión, sino también en ciudades de España, donde se ha convertido en una tendencia. El protagonista de este miércoles es nada menos que el mismísimo Dios de este deporte, el mito, Ronnie O’Sullivan.
O’Sullivan, nacido en Wordsley, Reino Unido, en 1975, debuta en el campeonato con la ambición de conquistar su octavo título, un hito sin precedentes en la historia del snooker. Además, aspira a completar la Triple Corona en un solo año, que incluye el Campeonato de Reino Unido, The Masters y el Mundial. Este veterano jugador, famoso por su excentricidad, comparte sus pensamientos con un grupo de medios internacionales invitados por Eurosport, la cadena que retransmite el torneo.
«Quiero acabar mi carrera en alto«, declara O’Sullivan. A sus 48 años, sigue ganando como lo hacía en 1993, cuando era un joven de apenas 17 años. Pero, más allá de los triunfos y las victorias, lo que realmente valora es la calidad de su juego. «Quiero mantener buenos duelos con mis rivales, que saquen lo mejor de mí. Quiero disputar buenas partidas y si no puedo ganar, mostrar un buen nivel. No quiero dejar la mesa con una mala racha, enfadado con mi juego», explica.
Después de más de 30 años en la élite del snooker, se le preguntó a O’Sullivan qué le ayuda a seguir en la cima. «No hay secretos«, responde. «Lo más importante es que te guste lo que haces, que lo ames. Reinventar el juego, hacerlo interesante. Te ayuda si cambias tus rutinas, si trabajas con diferentes entrenadores, con diferentes psicólogos, si experimentas con diferentes entrenamientos, en definitiva, si no haces siempre lo mismo».
Aunque O’Sullivan ama el snooker, ha afirmado en varias ocasiones que no quiere que sus hijos lo practiquen. «No quiero que mis hijos sigan mis pasos porque he conocido la peor parte de mi deporte. No quiero que mis hijos pasen por la soledad del snooker, preferiría que jugasen a fútbol para que tengan compañeros y para que estén en forma. La cultura del snooker es insana. Los jugadores no comemos bien, nos atiborramos a patatas fritas, no cuidamos nuestro cuerpo. Yo no hice ejercicio hasta que tuve 28 años. No, no quiero que mis hijos se dediquen al snooker».
A pesar de su impresionante rendimiento esta temporada, en la que ha ganado más que nunca, O’Sullivan admite sentirse «poco satisfecho» por su juego. Enfrentándose a los fantasmas de su infancia complicada -su padre fue condenado a prisión por asesinato- y una juventud marcada por la adicción, su búsqueda incansable de la perfección con el taco a menudo lo ha llevado a lugares oscuros. Por eso, ahora trabaja con un reputado psiquiatra, Steve Peters.
O’Sullivan confesó en una entrevista con el ‘Daily Mail’ que había «vuelto loco» a Peters hasta el punto de que ya no le cogía el teléfono. «Me sienta bien, si pudiera le pagaría para que estuviera conmigo todo el rato, todos los días. ¿Cuánto quiere? ¿Dos millones de libras? Hecho», bromeaba con el diario inglés.
Cuando se le preguntó por qué no estaba satisfecho con su juego, respondió: «He ganado torneos, pero ganar y jugar a un buen nivel no siempre es lo mismo. He jugado mucho mejor que este año. S que no tiene sentido, pero no lo he disfrutado mucho. Ha habido partidas en las que he sentido que simplemente estaba golpeando a la bola, sin más. Me cuesta aceptarlo«.
Además, confesó que hubo partidas en las que no quería jugar. «He pasado momentos de obsesión con el juego, de profundizar demasiado, de llegar a pensar que no sabía nada del juego. Supongo que es algo normal en el deporte, en el billar, en el golf, en el tenis, pero yo necesitaba desintoxicarme, no era agradable. Tenía miedo de ir a jugar. Realmente cuesta mucho que el juego fluya, encontrar ese modo que te sirve para encadenar varias partidas seguidas de buen juego. Espero que ocurra en este Mundial».