
El milagro del nacimiento es un proceso extraordinario, y desde los primeros segundos de vida del recién nacido, las enfermeras especialistas presentes en el parto ejercen un papel crucial. Con la mirada fija en el bebé, realizan las primeras comprobaciones de su estado de salud, sin necesidad de separarlo de su madre.
Mantener al bebé sobre el pecho de su madre es, de hecho, considerado el mejor lugar para él si todo ha ido bien durante el parto. El protocolo de cortar inmediatamente el cordón umbilical ha quedado en un segundo plano. Sin embargo, se extrae una muestra de sangre del cordón para conocer el grupo sanguíneo y el Rh del recién nacido.
A partir de aquí, se inicia una serie de tests y pruebas que buscan confirmar el buen estado de salud del pequeño.
El Test de Apgar es la primera prueba que se realiza al recién nacido. Este test se lleva a cabo al minuto de nacer, a los 5 minutos y a los 10. Su principal objetivo es vigilar la adaptación del bebé a la vida fuera del útero, y para ello, se comprueban cinco parámetros: el color de la piel, la frecuencia cardíaca, la respiración, la actividad muscular y los reflejos.
Además del Test de Apgar, se anotan otros valores en la ficha inicial del niño. Estos incluyen el peso, la estatura y la medida de la circunferencia del cráneo, que sirven como referencia para valorar el crecimiento del niño.
Durante las dos primeras horas de vida, se administra al recién nacido una dosis de vitamina K para prevenir hemorragias, ya que el bebé no es capaz de producir esta vitamina por sí mismo hasta que pasan unos días. Asimismo, se aplica una pomada oftálmica al niño para prevenir infecciones oculares.
Pasadas unas horas del nacimiento, se realiza una exploración física completa del recién nacido en búsqueda de posibles malformaciones o problemas. Cada parte del cuerpo del niño es examinada minuciosamente, desde la cabeza hasta los pies, incluyendo las fontanelas, la cadera, el abdomen, los genitales externos, la región anal, y los dedos de manos y pies.
Además, durante este examen físico, se comprueba si el bebé presenta ciertos reflejos clave, como el reflejo palmar, el reflejo plantar, el reflejo de succión, el reflejo de la marcha, el reflejo de Moro y el reflejo de Galant. Estos reflejos ayudan a detectar posibles anomalías en el desarrollo motriz o daños neurológicos.
Se realiza también la prueba del talón en las primeras 48 – 72 horas de vida del bebé. Esta prueba sirve para detectar posibles alteraciones metabólicas congénitas, como enfermedades endocrinológicas, metabólicas, sanguíneas o inmunodeficiencias.
La audición del bebé se evalúa mediante un cribado auditivo, prueba indolora que permite detectar si el bebé sufre hipoacusia o sordera. Para llevarla a cabo, se colocan un auricular en cada oreja del niño que emiten diferentes sonidos, mientras unos electrodos adheridos a la piel captan la respuesta del recién nacido.
Por último, se realiza un cribado de cardiopatías congénitas, un test indoloro y sencillo que sirve para alertar sobre la posible presencia de cardiopatías congénitas en el neonato. Esta prueba se lleva a cabo en las primeras 24 horas de vida del bebé y se utiliza un pulsioxímetro pediátrico.
Cada una de estas pruebas y evaluaciones son vitales para confirmar el buen estado de salud del recién nacido y para detectar a tiempo cualquier posible problema o condición que pueda requerir atención médica adicional.