
Entre los atletas de nuestra era, pocos, si acaso alguno, merecen un adiós tan amargo y dulce como Rafa Nadal. Nadie ha soportado tanto mientras luchaba contra su propio cuerpo, nadie ha resistido una avalancha de dolor tan violenta. Por eso, la mera duda parece una injusticia: ¿Será capaz de retirarse con victorias? A Nadal, como él mismo ha admitido, no le sirve un adiós lleno de homenajes, no quiere ser el centro de atención en los lugares donde fue gigante. Su deseo es despedirse con victorias, y todavía es incierto si podrá hacerlo.
En la segunda ronda del Trofeo Conde de Godó, contra el australiano Alex de Miaur, perdió 7-5 y 6-1, dejando argumentos tanto para el optimismo como para el pesimismo. Su Grand Slam, Roland Garros, el escenario elegido para colgar la raqueta -o no-, donde apostará todo lo que le queda, comienza en apenas un mes. Él, su equipo, sus seguidores, y el mundo del deporte, pueden aferrarse a diferentes motivos.
En sus primeras declaraciones después de ser eliminado en Barcelona, Nadal mostró una actitud positiva. Después de casi dos años sin jugar en tierra batida y casi sin jugar en absoluto, fue capaz de mantenerse dos horas en la pista que lleva su nombre y hacerlo en condiciones aceptables. Eso es, en realidad, motivo para celebrar: está sano. Y eso ya es un gran logro. A diferencia de la primera ronda contra el italiano Flavio Cobolli, esta vez Nadal encontró oposición en De Miaur, pudo exigir a su cuerpo y su cuerpo respondió.
Durante todo el partido no necesitó asistencia, vendajes, ni otros tratamientos, y mantuvo el mismo ritmo. Además, después de muchos meses sin poder entrenar su saque y su volea, demostró las muchas sesiones de práctica con el revés, un golpe al nivel de sus mejores años. Con su prodigiosa mentalidad y esa herramienta, en el primer set logró levantar una opción de 3-0 en contra y convertirla en un 3-4 a favor que casi le lleva al tie-break.
Rafa Nadal es un nombre que resuena en los anales del tenis. Un deportista que ha luchado contra su propio cuerpo, resistiendo un dolor inimaginable, mientras acumula victorias y honores. Su determinación es tan feroz como su golpe de revés, y su mentalidad, prodigiosa. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿Será capaz de retirarse con victorias?
En la segunda ronda del Trofeo Conde de Godó, se enfrentó a Alex de Miaur, un australiano que demostró ser un competidor formidable. A pesar de perder 7-5 y 6-1, Nadal demostró signos de optimismo. Después de casi dos años sin jugar en tierra batida y casi sin jugar en absoluto, mantuvo su paso firme durante dos horas en la pista que lleva su nombre. Nadal demostró que podía exigir a su cuerpo, y su cuerpo respondió.
Sin necesidad de asistencia, vendajes, ni otros tratamientos, mantuvo el ritmo durante todo el partido. Después de meses sin poder entrenar su saque y su volea, demostró que su revés, producto de innumerables sesiones de práctica, sigue siendo un golpe formidable, a la altura de sus mejores años. Con su mentalidad infatigable y su revés de calidad, logró convertir una situación de 3-0 en contra a un 3-4 a favor, casi llevándole al tie-break.
Con Roland Garros a la vuelta de la esquina, la gran pregunta sigue siendo si Rafa Nadal será capaz de colgar la raqueta con una victoria final. Solo el tiempo dirá si el rey de la tierra batida podrá despedirse con una sonrisa en el rostro y una victoria en su haber.