
Manuel Escribano sufrió una violenta cogida por un toro de Victorino en la puerta de toriles durante una corrida celebrada en la Maestranza. El matador había recibido al toro a porta gayola, un ritual peligroso y emocionante en el que el torero se arrodilla frente a la puerta de toriles para recibir al toro tan pronto como este aparece. En este caso, el toro salió distraído hacia un burladero, pero logró embestir con fuerza a Escribano.
Escribano había logrado librar la larga cambiada, un pase de capote característico de la recepción del toro a porta gayola, a pesar de que el toro se había venido de forma cruzada y en diagonal. Los lances a la verónica que siguieron fueron vibrantes y muy apretados, debido a que el toro apretaba hacia adentro.
La situación se volvió crítica cuando el toro se venció por el pitón derecho. A pesar de que el capote de Escribano parecía haber actuado como parapeto con el pitón del toro, el matador quedó tendido en el suelo, y el toro lo volvió a recoger y voltear con saña y violencia.
Escribano resultó herido y fue llevado a la enfermería con la taleguilla rota por encima de la rodilla. Aunque la sangre más bien asomaba que brotaba, el matador se resistía a ser tratado. Escribano, que compartía cartel con Roca Rey, fue finalmente llevado al quirófano, dejando un mano a mano entre Roca y Borja Jiménez.
La Maestranza, que estaba llena hasta la bandera, quedó sobrecogida ante el incidente. Los espectadores esperaron ansiosos noticias desde la enfermería sobre el estado de Escribano.
El parte médico reveló que Escribano tenía una herida por asta de toro en la cara interna, tercio inferior del muslo derecho de 10 cm que afectaba al tejido celular subcutáneo, pero sin compromiso vascular. La herida fue suturada bajo anestesia local y se comprobó un buen pulso periférico en la extremidad inferior derecha. Además, el matador sufrió una contusión costal derecha, aunque no se evidenció ninguna fractura.
El Dr. Octavio Mulet Zayas, el cirujano que atendió a Escribano, confirmó que el matador tenía una buena ventilación en ambos campos pulmonares y una auscultación torácica normal. Asimismo, se informó que el pronóstico del matador era «menos grave«, lo que indicaba que Escribano podría continuar con la lidia tras recibir el tratamiento adecuado.
Este incidente demuestra una vez más los riesgos inherentes a la tauromaquia, un deporte que, a pesar de su belleza y tradición, sigue siendo peligroso para los toreros. Sin embargo, figuras como Manuel Escribano continúan enfrentándose a estos riesgos por su pasión por la profesión y su compromiso con la tradición y el público.