
El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, y su coalición de gobierno se enfrentaron este domingo a su primera prueba en las urnas desde que desplazaran al partido ultranacionalista Ley y Justicia (PiS) del poder en octubre pasado. Aunque los resultados de las elecciones municipales se conocerán el lunes, se espera que Tusk y sus aliados logren consolidar sus posiciones en el país, a pesar de las dificultades de gobierno que enfrentan.
El partido de Tusk, la Coalición Cívica (KO), obtuvo el segundo mejor resultado en las elecciones a las asambleas con el 31,9% de los votos, según los sondeos a pie de urna. El primer lugar fue para el PiS, que obtuvo el 33,7% de los apoyos, a pesar de haber estado atrincherado en las zonas rurales y haber dejado un entramado de leyes y reformas difíciles de revertir tras nueve años de mayoría absoluta.
Estas elecciones locales son de gran importancia para Tusk, quien advirtió en un mitin en Cracovia que si no ganan, la tendencia puede invertirse. Apeló a esa parte del electorado que, con el PiS fuera del Gobierno, ya no ve a los nacionalistas como una amenaza y podría abstenerse de ir a votar.
Las encuestas sugieren que tanto el PiS como el conjunto de la derecha populista obtendrán buenos resultados. Esto se debe en parte a la falta de unidad en el Gobierno de Tusk, ya que las tres agrupaciones que forman la coalición se presentaron con candidaturas separadas con el objetivo de mejorar sus posiciones.
«Los resultados de estas elecciones afectarán al equilibrio de poder dentro de la coalición gobernante, en cuanto a la dotación de personal de los distintos ministerios, la dirección política, etc.», predice Rafal Chwedoruk, politólogo de la Universidad de Varsovia.
El PiS lleva décadas sin ganar las elecciones de ninguna ciudad de más de 100.000 habitantes, aunque suele obtener un número de votos en todo el país similar al de PO: alrededor de un tercio, que es exactamente lo que proyectan las encuestas más recientes.
Tusk llegó al poder en octubre con la promesa de revertir el retroceso democrático, impulsar los derechos de las mujeres y las minorías y reparar los lazos con la Unión Europea. Desde entonces, ha logrado desbloquear miles de millones de euros de fondos que habían sido congelados por Bruselas por motivos relacionados con el Estado de Derecho y ha puesto en marcha reformas radicales de los tribunales y los medios de comunicación estatales.
Sin embargo, el legado de la coalición de Tusk en estos meses ha quedado diluido por las ambiciones partidistas de sus integrantes y choques ideológicos en asuntos como el aborto. Hasta el punto de que el presidente del Parlamento, Szymon Holownia, retrasó un debate sobre la liberalización de la legislación sobre el aborto hasta después de las elecciones.
Para el PiS, las elecciones eran una prueba clave para un partido que no asimila su pérdida de poder y prepara el contrataque a través de la renovación. Incluso Kaczynski, de 74 años, está siendo cuestionado por los nuevos delfines a causa de su edad. Pero, el líder, con siete millones de polacos apoyando el partido que creó a su imagen y semejanza, tiene aún batallas que librar y tras las municipales llegan las europeas.