
El drama de la guerra entre Israel y Hamas que se ha estado librando durante más de seis meses, ha llegado a un punto crítico. A diferencia de las anteriores «horas dramáticas» que no resultaron en ninguna resolución significativa, los Estados Unidos están ejerciendo una presión considerable para lograr un alto el fuego inmediato. El objetivo es poner fin al sufrimiento de la población en la Franja de Gaza y al cautiverio de los israelíes secuestrados.
El gabinete israelí se reunió el martes, tras la retirada de sus tropas del sur del enclave palestino. Sin embargo, Israel mantiene su intención de una ofensiva contra la milicia islamista en Rafah, a pesar de la propuesta de tregua de Estados Unidos. Están a la espera de la respuesta de Hamas a esta propuesta.
Israel ha aceptado con reservas el documento de tregua de seis semanas presentado por el director de la CIA, Bill Burns. Este permite la vuelta de 40 de los 133 ciudadanos aún en la Franja de Gaza, quienes fueron secuestrados por Hamas el pasado 7 de octubre. Sin embargo, no obliga a Israel a no reanudar la ofensiva posteriormente.
Hamas, por su parte, ha indicado que sigue analizando la propuesta, a pesar de que no cumple ninguna de sus demandas. Uno de los principales puntos de desacuerdo es el regreso de todos los habitantes desplazados por los ataques y combates al norte de Gaza. Israel aceptaría un regreso, pero parcial y gradual, temiendo que permita a Hamas recuperar su presencia en la zona.
La propuesta estadounidense de tregua incluye la vuelta de unos 150.000 palestinos sin pasar por el control de seguridad de Israel, la retirada de sus fuerzas del corredor que divide la Franja en dos, la liberación de 40 rehenes a cambio de 900 presos palestinos, y un aumento de la ayuda humanitaria.
En los últimos días, Hamas ha endurecido su postura en la mesa de negociación, debido al aumento de la crítica internacional sobre Israel, que se encuentra cada vez más aislada. Este aislamiento se ve agravado por el enfrentamiento entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La creciente presión externa ha llevado a Hamas a preferir esperar y no hacer concesiones. Observan cómo Israel reduce sus tropas en la Franja de Gaza y aumenta la ayuda humanitaria, con un total de 468 camiones con ayuda entrando en el destrozado enclave palestino este martes.
Una pregunta crucial es si Hamas renunciará a su exigencia esencial de una tregua definitiva y no un alto el fuego de sólo seis semanas. Israel, por su parte, acepta una pausa en su objetivo de acabar completamente con el brazo armado y control de los islamistas en Gaza.
Las dos manifestaciones que acompañaron la reunión del gabinete en Jerusalén reflejan dos demandas en el país. Por un lado, miembros de una asociación de reservistas que, aunque apoyan un cese temporal para el retorno de rehenes, pidieron seguir la ofensiva «hasta acabar con Hamas». Por otro lado, familias de los secuestrados exigieron un acuerdo «ahora», convirtiendo esta palabra en un potente eslogan en sus manifestaciones.
El primer ministro israelí, Netanyahu, ha reiterado que su país «seguirá actuando para lograr la liberación de todos nuestros rehenes y la victoria total sobre Hamas para evitar un nuevo 7 de octubre». Para lograrlo, ve necesario entrar en Rafah y eliminar los batallones de los terroristas.
Sin embargo, dada la necesidad de evacuar a un alto número de civiles, la operación en Rafah no es cuestión de días sino de semanas. Estados Unidos aceptaría sólo una incursión si es limitada y selectiva. Pese a las palabras de Netanyahu, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, declaró que Israel no les informó de una fecha.
La acción militar en Rafah, que también puede ser vista como arma de presión en la negociación, está siendo tratada entre los organismos de seguridad de Egipto e Israel.