
La directora del Centro de Salud de Canillejas, Cristina Escudero refleja el ritmo frenético y la diversidad de casos que manejan día a día: desde el tratamiento de un resfriado, hasta el diagnóstico de problemas de visión o el manejo del duelo. La falta de tiempo para incluso tomar un café es la norma, no la excepción. Sin embargo, a pesar de los desafíos, los médicos internos residentes (MIR) de este centro continúan desempeñándose con entusiasmo y dedicación. Estos jóvenes médicos, apodados «la generación pandemia», han dado sus primeros pasos en la medicina durante una crisis sanitaria mundial sin precedentes.
Alejandro Villars, un residente de cuarto año, rememora su experiencia inicial durante el apogeo de la pandemia del Covid-19. Se presentó voluntario en el hospital Ramón y Cajal, donde una de las primeras habilidades que aprendió fue la sedación de pacientes. A pesar de las difíciles condiciones, él y sus colegas se adaptaron rápidamente a la alta demanda y a las limitaciones de tiempo y recursos. Laura Vázquez, otra residente que está a punto de completar su especialización, afirma que sus experiencias durante la pandemia les han dado a ella y a sus compañeros una agilidad y eficacia que les distingue de generaciones anteriores de médicos.
No obstante, el sector de la atención primaria en la Comunidad de Madrid ha enfrentado dificultades significativas en los últimos años. En 2020, se informó que hasta un 70% de los MIR consideraban abandonar la Comunidad tras completar su formación, según el sindicato mayoritario Amyts. Muchos denunciaron que la mala gestión y condiciones laborales inadecuadas habían empeorado durante la pandemia.
Para contrarrestar esta tendencia, en 2023 se acordó un aumento salarial de 450 euros y una limitación de las cargas de trabajo diarias. Sin embargo, el desafío de retener a los talentosos MIR en el primer nivel asistencial persiste. La consejera de Sanidad, Fátima Matute, subrayó la importancia de fidelizar a estos profesionales una vez que concluyan su formación. La oferta actual incluye contratos fijos estables, con salarios desde 56.000 euros y posibilidad de interinidad de tres años en puestos vacantes.
Carmen Cuadrado, que ha trabajado como médico de familia adjunta durante nueve años y se convertirá en tutora en Canillejas, recuerda haber tenido contratos de un solo día de duración al inicio de su carrera en 2015. Sin embargo, afirma que las condiciones laborales han mejorado significativamente desde entonces.
La demanda de profesionales médicos es tan alta que cada región puede crear sus propios incentivos para atraer a los residentes. Madrid es una de las regiones más solicitadas para la formación y cuenta con la oferta formativa más numerosa de médicos de familia y comunitarios (MFYC). Actualmente, más de 700 tutores en 174 centros de atención primaria de la región están formando a 893 MIR y 123 residentes de enfermería (EIR). La próxima convocatoria ofrece 244 plazas para MIR, un 12% más que en la edición anterior.
A pesar de los avances, todavía hay margen de mejora. La comunidad de Madrid ha anunciado recientemente incentivos adicionales de entre 1.500 y 1.700 euros anuales para los facultativos acreditados como tutores de MIR. Además, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, anunció la semana pasada una bonificación de 500 euros al mes para los profesionales de los centros de salud de difícil cobertura.
Estas medidas podrían ayudar a aliviar la carga asistencial en las consultas y mejorar la calidad de la atención. Sin embargo, los profesionales insisten en la importancia de invertir en atención primaria y en el desarrollo de los profesionales. Estudios científicos muestran que tener el mismo médico de familia durante 10 años baja la mortalidad más que cualquier fármaco. En este sentido, los MIR son una parte esencial de la atención sanitaria primaria y su retención y desarrollo son fundamentales para la salud de la Comunidad de Madrid.