
El año pasado, en agosto, cuando estalló el caso Sancho, la policía tailandesa optó por un enfoque de total transparencia, divulgando todos los detalles, por muy escabrosos que fueran, sobre la muerte del cirujano colombiano Edwin Arrieta. Proporcionaron a los medios de comunicación todos los datos necesarios para respaldar sus acusaciones de asesinato premeditado contra Daniel Sancho. No ocultaron nada, con la intención de disipar antiguos prejuicios sobre la corrupción que a menudo ensombrece las investigaciones policiales en Tailandia.
Sin embargo, ocho meses después, al comienzo del juicio, la transparencia ha dado paso a un cierre informativo completamente anormal en un país que generalmente se enorgullece de abrir las puertas de los tribunales cuando se juzgan casos de alto perfil. Este fue el caso durante el juicio en 2016 al estafador catalán Artur Segarra, quien secuestró, torturó, asfixió y descuartizó en Bangkok a un consultor de Lleida llamado David Bernat.
La sala del tribunal de la capital tailandesa donde se juzgó a Segarra estuvo completamente abierta a cualquiera que quisiera asistir al proceso. Segarra fue condenado a pena de muerte, la misma sanción que la Fiscalía está pidiendo ahora para Sancho, aunque este último logró en 2021 que su condena se conmutara a cadena perpetua después de admitir el asesinato en una carta enviada al rey de Tailandia.
El martes, en la isla de Koh Samui, el juez del caso Sancho, cuyo nombre se ha mantenido en secreto, amenazó a las 25 personas presentes en la sala del tribunal provincial con un castigo ejemplar (pena de prisión) si alguno de ellos, incluyendo a los abogados y al fiscal, se atreviera a divulgar detalles del juicio. Según dos expertos legales locales consultados, esta es una medida inaudita.
La noticia fue un segundo golpe para los periodistas y cámaras españoles que estaban de guardia en la entrada del tribunal, bajo el calor. La primera bofetada llegó cuando la seguridad les impidió el acceso a la sala, alegando que se trataba de un juicio a puerta cerrada. La seguridad acordonó las escaleras que dan acceso al tribunal para evitar que nadie subiera.
Sin embargo, hubo una notable excepción: el corresponsal de la Agencia Efe sí estuvo presente en la sala. Este periodista es el único que ha entrevistado (en dos ocasiones) a Sancho en exclusiva desde que este fue detenido en la isla vecina de Koh Phangan por asesinar y descuartizar a Arrieta.
Durante un receso de una hora y media para comer, el abogado español que representa a la familia de la víctima, Juan Gonzalo Ospina, fue quien informó a la prensa que el juez había prohibido informar de lo que ocurría dentro de la sala. «El juez no quiere ningún juicio paralelo», dijo Ospina.
Pero inmediatamente después, Ospina comenzó a dar algunos detalles de lo que había sucedido en la sala: la escalofriante imagen de ver a Sancho esposado de manos y pies; Sancho declarándose de nuevo no culpable de la muerte de Arrieta; Sancho interrogando a los testigos convocados; Sancho pidiendo al juez, mientras este le leía los cargos, que le recitara la ley del código penal tailandés donde se describen los delitos de los que ha sido acusado.
Después de ocho horas de juicio y de la comparecencia de cuatro testigos, Ospina volvió a atender a los medios para desvelar algunas impresiones de lo que había presenciado en la sala. «No hemos encontrado en los gestos de Daniel ningún síntoma de perdón. No ha mostrado arrepentimiento, todo lo contrario. Ha venido a discutir las tesis expuestas en el juicio y se ha declarado de nuevo no culpable de asesinato», afirmó.
El padre del acusado, Rodolfo Sancho, pasó delante de las cámaras al entrar y salir de la corte sin apenas decir palabra. «Mi hijo está bien», aseguró. El actor habló mucho más en el primer episodio del documental de HBO que se emitió el mismo martes y por el que Rodolfo cobró una cantidad considerable -según algunas fuentes revelaron a este periódico- a cambio de hablar por primera vez desde la detención de su hijo. «Tengo la ilusión de que lo declaren no culpable», dice en la entrevista.
«[Sancho] Me dijo que este tipo [Arrieta] le había amenazado de muerte y con hacer daño a su familia, que se defendió de las amenazas y de un intento de agresión sexual», continúa el actor, exponiendo la tesis a la que se aferra con fuerza la defensa del acusado. El abogado de oficio tailandés, Aprichat Srinuel, intentará demostrar que la muerte del colombiano se produjo de manera accidental tras una pelea que empezó después de que Arrieta (44 años) intentara violar a Sancho (29) en la habitación que el español había alquilado en la isla de Koh Phangan, donde todo sucedió el 2 de agosto pasado.
Esta versión no es creída ni por la Fiscalía ni por los policías tailandeses que investigaron el caso, quienes no tienen ninguna duda de que el cocinero español será sentenciado a muerte o a cadena perpetua.