
El reconocido experto en medicamentos y ex-jefe del servicio de farmacología clínica del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, Joan-Ramon Laporte, ha expresado su descontento con la transformación del sistema sanitario del siglo XXI. En su libro Crónica de una sociedad intoxicada, Laporte critica fuertemente la industria farmacéutica por convertir la medicina y sus profesionales en meros recursos que han perdido la esencia de la profesión.
Laporte ha dedicado su vida a estudiar los medicamentos, su uso e impacto en la sociedad. Como catedrático de Terapéutica y Farmacología clínica en la Universidad Autónoma de Barcelona, inició en 1982 la notificación de efectos adversos de medicamentos en Cataluña, poniendo en marcha el embrión del Sistema Español de Farmacovigilancia.
El experto señala que los sistemas de atención universal pública, que surgieron como una conquista social a mediados del siglo pasado, han sido conquistados por el mercado. Afirma que las prioridades, los modos de trabajo y las decisiones suelen estar más orientadas al mercado que a las necesidades de salud de las personas.
El mercado, según Laporte, está representado por los intereses de las empresas, no solo farmacéuticas, sino también de productos diagnósticos y sanitarios. El cambio en los valores ha alterado la práctica de la medicina, convirtiéndola en una actividad que consiste en tratar a personas sanas haciéndoles creer que están enfermas, en lugar de tratar a los enfermos para restablecer su salud o aliviar sus síntomas.
A pesar de la situación, Laporte cree que aún hay tiempo para revertir esto, aunque sea complicado. En su libro, el experto da algunas sugerencias, una de las cuales es limitar el número de medicamentos prescriptibles. Con miles de médicos que pueden prescribir hasta más de 15,000 presentaciones farmacéuticas diferentes, Laporte sostiene que muchos de estos medicamentos son innecesarios y repetitivos.
Esta opinión es apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 1977 lanzó el concepto de medicamentos esenciales. Laporte también aboga por sistemas de información de medicamentos que sean independientes de los laboratorios y que sean más objetivos que la información proporcionada por ellos.
Para Laporte, los factores sociales que repercuten en la salud deben ser abordados y no convertidos en un problema de salud si no lo son. Considera que hay una tendencia a medicalizar la vida, a convertir el malestar en enfermedad y a tratar a personas sanas como si estuvieran enfermas.
El experto critica el uso excesivo de medicamentos y sostiene que los médicos deben tener una conversación profunda con el paciente, entender el contexto en que ocurre el malestar y tratar la enfermedad en su conjunto, no solo los síntomas.
Finalmente, Laporte advierte sobre el uso de inteligencia artificial en la medicina personalizada. Afirma que si lo que se hace es aplicar protocolos iguales para todo el mundo, deja de ser medicina y para aplicar un protocolo, quizás lo haría mejor un robot que un ser humano. Esta idea da lugar a una reflexión sobre el futuro de la medicina y el papel de los médicos en ella.