
El cielo nocturno de la capital jordana, Amman, se iluminó de manera espectacular en las primeras horas de la madrugada. Los destellos fugitivos de luz se mezclaban con el sonido de las explosiones que resonaban en el aire. La ciudad estaba en completo caos, con decenas de curiosos congregándose en las calles para presenciar la batalla aérea entre las baterías de misiles antiaéreos y los drones Shaheed. Los aviones de combate sobrevolaban la ciudad, ya que el espacio aéreo había sido cerrado al tráfico civil horas antes.
A pesar de la conmoción y el alboroto, muchos residentes de Amman, como Ahmed Otzamm, permanecían dormidos, completamente ajenos a la crisis que se desarrollaba sobre ellos. Otzamm, propietario de una tienda en el barrio de Marj Al Hamam, fue despertado abruptamente por una «tremenda explosión». Pensó que dos camiones habían chocado. Preocupado, Otzamm corrió a la habitación de sus dos hijos, y una vez que comprobó que estaban bien, se unió a sus vecinos en la calle, quienes rodeaban los restos de lo que parecía ser un misil.
Los restos del misil, que Otzamm describió como una «tubería enorme», dejaron un cráter en la calle, una huella visible de la batalla que se había librado sobre la ciudad. Otros residentes locales, como Ahmed Rifai, compartieron su conmoción con Otzamm. «Pensé que la guerra había comenzado en Jordania y no en Israel», dijo Rifai. Añadió que era la primera vez en su vida que veía algo así.
El conflicto entre Israel e Irán se había trasladado a Jordania después de que el régimen local decidiera frenar la oleada de drones y misiles lanzados por Teherán contra Israel, en respuesta al ataque contra la embajada iraní en Siria. Esta decisión fue calificada por los medios del país vecino como un «acto de cooperación sin precedentes», un cambio histórico teniendo en cuenta que Jordania e Israel se han enfrentado en tres conflictos abiertos y uno encubierto en el pasado.
Las fuerzas aéreas y de defensa antiaérea de Jordania intervinieron para «derribar» algunos de los drones y misiles, con el objetivo de proteger a sus ciudadanos. Aunque Israel reconoció la participación de Jordania en la destrucción de decenas de drones, algunos medios locales informaron que Jordania había permitido a los aviones israelíes usar su espacio aéreo para atacar a los drones iraníes, y que la fuerza aérea jordana también participó en el operativo.
Sin embargo, esta decisión por parte del rey Abdala de Jordania ha colocado al país en una situación extremadamente compleja. Las autoridades iraníes ya han emitido amenazas veladas a través de los medios oficiales que controlan. La agencia iraní Fars informó que si Jordania cooperaba con Israel, sería «el próximo objetivo».
Esta amenaza ha provocado preocupación, no solo en Jordania, sino también en los países circundantes. La vieja división entre las naciones sunitas, como Jordania, y las chiítas, como Irán, ha vuelto a surgir a raíz de este conflicto. El rey Abdala ha recibido numerosas llamadas de «apoyo» de otros líderes regionales, entre ellos el príncipe heredero de Arabia Saudita, Muhammad Bin Salman, y el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Muhammad Nin Zayed.
A pesar de las amenazas y la conmoción, hay quienes creen que Jordania puede manejar la situación. Ayman Hunati, un experto en las relaciones entre Jordania e Israel, restó importancia a las amenazas de los grupos iraquíes proiraníes, calificándolas de meras «palabras». Aseguró que Jordania no es una «caja de cartón endeble», y que tiene un ejército sólido y unas fuerzas de seguridad que controlan sus fronteras. Sin embargo, reconoció que la intervención dialéctica de los paramilitares aliados de Teherán ha generado cierta preocupación en la región.
En última instancia, este conflicto representa un punto de inflexión en la dinámica geopolítica de la región. La decisión de Jordania de intervenir en el conflicto entre Israel e Irán ha cambiado el equilibrio de poder y ha agravado las ya tensas relaciones con Irán. Con el constante cambio de la situación, todos los ojos están puestos en Jordania, mientras el país intenta navegar por las aguas turbulentas de la política en Medio Oriente.