
Roberto Cavalli, quien nació en 1940 en Florencia, Italia, siempre ha preferido ser referido no como un diseñador, sino como un artista de las telas. Su firma distintiva se encuentra en su habilidad para la estampación, plasmando un torbellino de colores y ‘prints’ en sus diseños, con un énfasis particular en los patrones inspirados en animales. Cavalli siempre ha sido sinónimo de exuberancia y estilo maximalista, haciendo eco en las mujeres que buscan la fuerza y la audacia en su vestimenta en lugar de la delicadeza y la romanticidad tradicionales.
Cavalli proviene de una familia aristocrática, siendo su abuelo un pintor muy respetado asociado al movimiento artístico de los Macchiaioli, y su padre un sastre. Sin embargo, la vida de Cavalli se vio marcada por la tragedia cuando su padre fue ejecutado por soldados alemanes cuando él tenía solo tres años. Esta pérdida temprana tuvo un impacto profundo en su vida y probablemente influyó en su decisión de inscribirse en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal, explorando las posibilidades de la pintura en tela y fusionando dos universos en uno.
El mito cuenta que Cavalli comenzó a experimentar con estampados en piel en una mesa de ping-pong en la escuela en la que se matriculó en 1957. Su entorno familiar creativo encontró en esa etapa el catalizador perfecto para su pasión por los tejidos y su enfoque pictórico. En solo tres años, Cavalli fundó su propia firma y comenzó a revolucionar la pasarela con sus patchworks de piel.
Durante los años 80, Cavalli se alejó de las pasarelas a pesar de que su estética encajaba perfectamente con el maximalismo de la época. Durante este tiempo, se casó con su segunda esposa, Eva Dringer, y tuvo tres hijos. Dringer jugó un papel crucial en la reinventación de Cavalli durante estos años, lo que llevó a su exitoso regreso en 1994. Su regreso llenó un vacío en la industria de la moda para las creaciones que explotaban de una manera tan visual y colorida el sexy, a veces rozando la excentricidad hipnótica.
Cavalli atrajo a muchas divas de la música, incluyendo a Beyoncé, las Spice Girls, Christina Aguilera y Jennifer Lopez, quienes querían vestir sus diseños y sentirse como mujeres Cavalli: fuertes, empoderadas y sexys.
En la década de 2000, la firma de Cavalli se embarcó en una globalización que implicaba líneas secundarias y licencias. Sin embargo, los problemas financieros finalmente llegaron y en 2015, Cavalli dejó el 90% de la compañía en manos de un fondo y se retiró de la primera línea, dejando paso a otros nombres y directores creativos, hasta llegar a Fausto Puglisi.
A pesar de su retiro, Cavalli se mantuvo activo en las redes sociales, compartiendo su universo, incluyendo algunos recuerdos de moda que resaltan su estética: vestidos asombrosos con estampados sorprendentes. Estas piezas, diseñadas para ser miradas y disfrutadas, hacen honor al hedonismo galopante que acompañó al diseñador hasta sus últimos días.