
La juventud de la FGTB, uno de los sindicatos más importantes de Bélgica, está realizando un proyecto innovador con el objetivo de comprender la distribución de la riqueza en su país. Han organizado tours por el exclusivo barrio del Príncipe de Orange en Uccle, hogar de las principales fortunas, con el fin de entender cómo se acumula la riqueza, cómo crecen las desigualdades, el papel de la herencia y cómo se distribuyen las fortunas en el espacio urbano.
El debate sobre riqueza y propiedad en Bélgica es fascinante. Es un país donde la riqueza es abundante y los adinerados viven muy cómodamente. Es común ver lujo en todas partes, y aunque es de esperar que los mega ricos sean dueños de lugares de ensueño, lo que sorprende es que cientos de miles de personas en un país de 11 millones disfrutan de residencias opulentas que serían impensables en ciudades como Milán, Barcelona, París o Estocolmo. En Bélgica, la clase media es poderosa, y no viven en condiciones precarias ni en barrios marginados.
Un estudio realizado por Inmoweb, un portal de bienes raíces local, en marzo, arrojó datos sorprendentes sobre las calles más caras y más baratas de las 12 ciudades más grandes de Bélgica. Espectacularmente, las 26 calles más caras están todas en Bruselas, con Kasteeltjeslaan en la mencionada zona de Uccle como la más elitista. En segundo lugar se encuentra Dalstraat, con un precio de 5.475 euros por metro cuadrado, seguida de Corporaaldreef, también en Uccle, a 5.439 euros el metro cuadrado.
En Bélgica, una familia media es independiente desde muy temprano. Tienen varios hijos y se mudan a las afueras a una casa enorme con jardín, y raramente vuelven a vivir en un apartamento, a menos que sea como inversión. Sorprendentemente, es posible encontrar una casa grande en la capital con cuatro dormitorios, trastero, garaje y jardín por el equivalente al salario mínimo, que recientemente ha subido a casi 2.000 euros. En una ciudad en la que decenas de miles de funcionarios europeos, lobistas, diplomáticos o abogados ganan entre 5.000 y 20.000 euros al mes, esto es un verdadero unicornio.
No obstante, el mercado de la vivienda en Bélgica ha experimentado cambios. En 2023, se registró una caída de las ventas del 15,2% con respecto a 2022, con un total de 210.000 operaciones frente a las 248.000 del año anterior, según datos de los notarios. Los precios han subido considerablemente con la inflación y los chollos de hace una década ya no son tan comunes.
A pesar de los altos impuestos, con el 90% de los municipios gravando las segundas viviendas con hasta 2.800 euros, Bélgica tiene una alta rotación de propiedades y protección al propietario. Los problemas se resuelven rápidamente en los tribunales y, aunque existe cierto abuso hacia los extranjeros, el sistema de vivienda pública funciona bien. La pregunta ahora es si Bélgica podrá mantener este equilibrio en el futuro.