
La Plaza de toros de Valencia siempre ha sido conocida como una de las más frías de España, y la primera tarde de Fallas del sábado 9 de marzo de 2024 no hizo sino confirmarlo. El viento afilado y desagradable que suele hacer acto de presencia en la plaza, incluso en pleno julio, pareció poseer un carácter aún más incisivo y desagradable, creando un ambiente antipático y desalentador, como si el edificio taurino en la calle Játiva albergara un microclima propio.
En medio de este desfavorable escenario, Alejandro Pearanda tuvo la difícil tarea de animar a la multitud. No sólo tuvo que lidiar con el viento gélido, sino también con la falta de ritmo y entrega del primer novillo de Chamaco de la tarde. A pesar de esta aparente mansedumbre, Pearanda mostró una faena técnicamente impecable, destacando por su habilidad para manejar el toro a pesar de las circunstancias. Tras un espadazo inapelable, Pearanda fue recompensado con una oreja.
Samuel Navalón, por su parte, enfrentó un desarme inicial con un deseo desbordado, demostrando su notable habilidad para colocarse en el lugar correcto en el momento adecuado, así como el buen trazo de su toreo. A pesar de que el novillo pronto mostró una humillación menor, Navalón consiguió remontar cortando distancias con el animal, aunque los aceros acabaron enterrando su esfuerzo.
El tercer novillo de Chamaco superó a sus hermanos en la fealdad de su salida, con una pobre capacidad para descolgar y un trote que presagiaba mansedumbre. Alberto Donaire luchó contra los elementos desde su bisoñez, mostrando su versión más pulida. A pesar de su empeño, la faena se eternizó hasta llegar a los dos avisos.
El cuarto toro de la tarde no fue diferente, exhibiendo una mansedumbre similar. Sin embargo, Pearanda, con su sólido concepto de ligazón y gobierno, logró aprovechar lo que duró el toro. Aunque el animal ya se daba por amortizado, Pearanda logró dar un punto final con un final a dos manos y otro espadazo. A pesar de los dos avisos, también recibió una oreja, que le abrió la puerta grande.
Cuando parecía que la tarde se había sellado con un único nombre, Samuel Navalón dejó su marca. Con una mezcla de cabeza y corazón, Navalón logró redondear la faena de más quilates de la tarde, hundiendo la espada en el quinto toro y desatando la euforia del público. A pesar de la demora del presidente en conceder la oreja, el público no pudo pedir la segunda debido a la presencia de las mulillas. Navalón tuvo que conformarse con dos vueltas al ruedo, pero su actuación fue suficiente para que debiera haber acompañado a Pearanda a hombros.
El último toro de la tarde demostró la pobreza de la novillada de Chamaco, pero también que se dejó mucho. Alberto Donaire, a pesar de tener más la idea en la cabeza que los mimbres para desarrollarla, logró matar de un solo viaje. Aunque se le pidió un trofeo, esta vez, acertadamente no se concedió. Donaire se dio una vuelta al ruedo por las ilusiones no materializadas, y la función se prolongó hasta las tres horas.
En resumen, la primera tarde de Fallas de 2024 fue una lucha contra los elementos, tanto climáticos como taurinos. Sin embargo, las actuaciones de Alejandro Pearanda, Samuel Navalón y Alberto Donaire demostraron que, incluso en las circunstancias más desfavorables, se puede ofrecer una faena digna de recordar.