
El Parlamento Europeo ha dado su aprobación al Pacto Migratorio y de Asilo de la UE en lo que se ha considerado un hito significativo en la solución de uno de los temas más difíciles y polémicos que han afectado a la Unión en la última década. Aunque este no es el último paso del proceso, se espera que los ministros de los 27 estados miembros sigan el ejemplo en los próximos días, llevando el pacto un paso más cerca de su implementación final.
La Comisaria Europea de Interior, Ylva Johansson, celebró este logro destacando cómo ayudará a la Unión a fortalecer sus fronteras exteriores, proteger a los más vulnerables y garantizar una gestión eficiente y ordenada de la migración. La aprobación de este pacto llega después de casi una década de estancamiento en el tema de la migración, lo que ha llevado a situaciones de crisis en las fronteras y tensiones entre los estados miembros.
El proceso de aprobación del pacto ha sido largo y tortuoso, y su llegada a este punto era algo que parecía imposible hace tan solo unos meses. La necesidad de un acuerdo en este tema era urgente, no solo para poder presentar un frente unido en la próxima campaña para las elecciones europeas de junio, sino también para evitar que el problema se postergara aún más, posiblemente empeorando la situación si el próximo parlamento resultara ser más radical.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola; y el presidente rotatorio del Consejo, Alexander de Croo, han hecho apariciones conjuntas para mostrar una imagen de unidad y solidaridad, aunque estas cualidades pueden estar más presentes en el papel que en la realidad.
El acuerdo inicial entre los gobiernos nacionales se alcanzó en diciembre, poniendo fin a una década de desacuerdos, tensiones y conflictos sobre la cuestión migratoria. Este tema ha sido uno de los más divisivos en la Unión, causando la caída de gobiernos, la ruptura de coaliciones, y forzando elecciones en todo el continente. El acuerdo alcanzado no satisface completamente a todas las partes, pero ha logrado un consenso general, a pesar de generar un rechazo sorprendentemente unánime en la sociedad.
La aprobación del pacto ha sido recibida con críticas desde todos los lados del espectro político. Para la ultraderecha y parte de la derecha, el acuerdo es insuficiente y demasiado laxo. Para la izquierda, los Verdes y las ONG, el pacto es una atrocidad que convierte a Europa en una «fortaleza» y viola los derechos humanos.
El acuerdo contempla cinco reglamentos diferentes que cubren todo el proceso de asilo y migración. Estos incluyen medidas para un procesamiento más rápido de las solicitudes de asilo, controles de salud y seguridad, reubicaciones con cierto apoyo financiero, respuestas obligatorias en situaciones de crisis y planes de reasentamiento voluntario.
A pesar del tono triunfalista que ha acompañado la aprobación del pacto, la realidad es que este es un acuerdo aprobado por mayoría cualificada, no por unanimidad. Hungría y Polonia se opusieron al pacto y han tomado represalias al vetar conclusiones del Consejo Europeo desde entonces.
El acuerdo hace más difícil la llegada de migrantes, endurece el proceso para recibir asilo y da a los países receptores de flujos migratorios bastante margen para ‘devolver’ a aquellos que consideren que no tienen derecho a quedarse. Estos factores han llevado a que el pacto sea visto como una muestra de solidaridad europea, aunque con muchos matices.
El pacto ha sido defendido por los líderes europeos con más resignación que fe, en vísperas de las elecciones europeas. Sus defensores argumentan que es la mejor forma de frenar las aspiraciones de los partidos de extrema derecha, pero los críticos sostienen que, en realidad, el pacto adopta las políticas que la ultraderecha ha estado pidiendo durante años.
Más de 160 ONG han denunciado que el Pacto de Asilo es una continuación de las políticas que han llevado a la proliferación de violaciones de derechos en Europa y han dado luz verde a abusos en todo el continente. Los activistas se han congregado a las puertas del Parlamento Europeo para protestar contra el pacto, pero sus esfuerzos han tenido un impacto limitado.
En definitiva, aunque se ha logrado un pacto, no se ha encontrado una solución al problema de la migración en Europa que satisfaga a todas las partes. La aprobación del pacto es un paso en la dirección correcta, pero aún queda mucho por hacer para asegurar una gestión eficiente y humana de la migración en la Unión Europea.