
El caso Erial, que se celebra en la Audiencia de Valencia, ha enfrentado a 15 acusados, entre los que se encuentra el ex ministro del PP y ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Este complejo juicio ha estado lleno de sorpresas y giros inesperados desde su inicio, con acusaciones de corrupción, testaferros y ocultación de fondos en el extranjero.
Uno de los momentos más impactantes del juicio fue cuando el íntimo amigo de Zaplana, Joaquín Barcel, alias Pachano, confesó haber sido su testaferro y ayudado a ocultar en el extranjero el dinero procedente de mordidas. Barcel, quien ha sido amigo de Zaplana desde la infancia, afirmó que puso su firma en sociedades y cuentas bancarias para ocultar todo rastro del ex ministro, a petición de este.
Barcel argumentó que Zaplana le hizo esta petición «porque estaba en política y tenía miedo del tema mediático». Según Barcel, su lealtad a su amigo de toda la vida le llevó a acceder a sus peticiones, incluso si eso significaba implicarse en actividades ilícitas. Sin embargo, el asesor fiscal Francisco Grau, considerado el artífice del entramado societario que habría permitido supuestamente a Zaplana y su círculo de colaboradores ocultar una fortuna en el extranjero, ha acusado a Barcel de mentir.
Grau, en su declaración ante el juez, ha afirmado que nunca le dio cinco millones de euros a Barcel para llevarlos a Andorra, en contradicción con lo que Barcel había afirmado previamente. Según Grau, Barcel le confesó después de su declaración que había sido presionado para hacerlo.
Grau, que también ha estado en prisión preventiva como Zaplana y Barcel, ha destacado la presión emocional que supone estar encarcelado. Según él, esta presión podría haber influenciado a Barcel para cambiar su versión de los hechos y acusar a Zaplana. Grau relató que Barcel le dijo en diciembre de 2018 que «iba a hacer lo que hiciese falta para no volver» a prisión.
Para Grau, ex consejero de la CAM, el fiscal pide ocho años de prisión por pertenencia a grupo criminal y blanqueo. Estas acusaciones y las consecuentes peticiones de condena están poniendo una gran presión sobre los acusados, quienes están dispuestos a hacer lo que sea necesario para evitar la prisión.
El caso Erial ha sido un torbellino de acusaciones, confesiones y contradicciones que han mantenido a la opinión pública en vilo. Las relaciones de amistad, lealtad y traición entre los acusados han añadido un elemento de drama personal a este caso de corrupción política. Con cada nueva revelación, el caso se vuelve más complejo y la verdad parece cada vez más difícil de discernir.
A medida que el juicio continúa, los fiscales, los abogados defensores y el público en general esperan con ansias las siguientes revelaciones y giros de este caso de corrupción que ha sacudido el panorama político español.