
Hace exactamente dos años, un documento de dos páginas con 16 puntos marcó el inicio de una nueva fase en la relación entre España y Marruecos. Firmado por el líder español Pedro Sánchez y el rey marroquí Mohamed VI en la ciudad de Rabat, el documento representó una declaración conjunta que señaló un giro en la política exterior española en relación con el controvertido tema del Sahara.
El documento reconoció la posición de Marruecos sobre el Shara, una región desértica disputada en el noroeste de África. A cambio, ambas partes acordaron reanudar las relaciones bilaterales, que previamente se habían interrumpido debido a la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a España. El Frente Polisario es un movimiento político y militar que ha estado luchando por la independencia del Sahara Occidental de Marruecos durante décadas.
Este cambio de política fue significativo, ya que España había sido anteriormente una potencia colonial en la región del Sahara hasta 1975, cuando se retiró y Marruecos y Mauritania se dividieron el territorio. Desde entonces, el estatus del Sahara Occidental ha sido un punto de conflicto y controversia, tanto a nivel regional como internacional.
La decisión de España de reconocer la posición de Marruecos sobre el Sahara fue una desviación de su postura anterior de apoyar el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Esta medida fue vista por muchos como un intento de mejorar las relaciones con Marruecos, que se habían tensado debido a la cuestión de la entrada de Brahim Ghali a España.
El líder del Frente Polisario, a quien Marruecos considera un criminal de guerra, había sido admitido en un hospital español para recibir tratamiento médico. Esta decisión provocó la ira de Marruecos y llevó a una crisis diplomática entre los dos países, que culminó con la decisión de Marruecos de retirar a su embajador en España.
La declaración conjunta firmada por Sánchez y Mohamed VI en Rabat fue vista como un intento de apaciguar a Marruecos y reanudar las relaciones diplomáticas. Sin embargo, también fue objeto de críticas por parte de aquellos que argumentaban que España estaba cediendo ante la presión de Marruecos y abandonando su compromiso con el pueblo saharaui.
En los dos años que han transcurrido desde la firma del documento, la situación en la región del Sahara ha seguido siendo tensa y volátil. A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional y de las Naciones Unidas para resolver el conflicto, las conversaciones de paz han sido intermitentes y los enfrentamientos entre el Frente Polisario y las fuerzas marroquíes han continuado.
En cuanto a las relaciones entre España y Marruecos, a pesar de la declaración conjunta, todavía existen tensiones y desacuerdos. Las tensiones se han visto agravadas por una serie de otros temas, incluyendo la cuestión de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla en el norte de Marruecos.
En resumen, aunque la declaración conjunta de hace dos años fue un hito en las relaciones entre España y Marruecos, no ha logrado resolver totalmente las tensiones y los desacuerdos entre ambos países. El estatus del Sahara sigue siendo un tema contencioso y la relación entre España y Marruecos sigue siendo compleja y llena de desafíos.