
La ciudad de Madrid es rica en historia y cultura, pero hay algunos lugares que no todos conocen. Un rincón particularmente intrigante es el Internado, un espacio al aire libre dentro del Instituto de Educación Secundaria Ramiro de Maeztu que alberga tres canchas de mini baloncesto y una cancha de fútbol.
Este peculiar lugar tiene una historia interesante. A principios del siglo pasado, el área era conocida como los Altos del Hipódromo, un nombre acuñado por Juan Ramón Jiménez que reflejaba su ubicación elevada desde donde se podía ver el antiguo hipódromo, ahora el lugar de los Nuevos Ministerios.
El Internado se encuentra frente a las oficinas del CSIC y desemboca en la Residencia de Estudiantes, un lugar famoso por albergar a tres de los más destacados artistas españoles del siglo XX: Dalí, Lorca y Buñuel.
Desde las canchas de baloncesto del Internado, uno puede admirar la cúpula de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, los tejados de algunas viviendas de Ríos Rosas y el skyline del centro financiero de Madrid, conocido como AZCA. En este paisaje urbano, destaca la Torre Picasso, un rascacielos diseñado por el famoso arquitecto japonés Minoru Yamasaki, quien también diseñó el desaparecido World Trade Center.
En la década de 1990, el Internado era un lugar popular para los estudiantes del Ramiro de Maeztu que buscaban un lugar donde pasar el tiempo. Era conocido por ser un lugar de reunión para los fumadores de porros y por su cercanía a la Cruz de los Caídos, una cruz de hierro forjado que dejó de ser visitada después de ser vallada en la segunda mitad de la década.
El nombre «Internado» proviene del Internado Hispano-Marroquí y la Residencia Generalísimo Franco, ambas ubicadas frente a las futuras canchas de baloncesto mini. Aunque estos edificios ya no funcionan como internados, el nombre ha perdurado con el paso del tiempo. En los años 40, el Internado Hispano-Marroquí albergó al Muley El Hassan Ben El Mehdi, hijo del Califa del protectorado español de Marruecos.
El Internado también es conocido por su vínculo con el graffiti. Los altos muros del lugar han sido durante mucho tiempo un lienzo para los artistas del graffiti de Madrid, quienes han dejado su huella en sus muros.
Detrás de este muro, se encuentra un espacio conocido como La Selva, que en los años 80 y 90 era un lugar salvaje y no regulado. Hoy en día, es el Jardín Didáctico del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Este lugar era conocido entre los grafiteros de los años 80 como El Terreno.
Cerca del Internado, estaba la Nevera, una cancha de baloncesto cubierta que se caracterizaba por su color, forma y el frío que en ella reinaba. Este edificio antiguo sufrió daños significativos durante el temporal Filomena en enero de 2021 y será reconstruido por completo.
A lo largo de los años 90, el Ramiro de Maeztu comenzó a parecerse cada vez más a una prisión en lugar de una institución educativa. Varios puntos del instituto fueron vallados, incluyendo la cruz, la virgen, el espacio que ocupaba la antigua cantina, e incluso el propio Internado.
Hoy en día, el acceso al Ramiro de Maeztu está restringido. Aunque en los años 90 cualquier madrileño podía jugar al fútbol o al baloncesto en las instalaciones deportivas del colegio durante el fin de semana, hoy en día, si uno entra en el Ramiro, pronto será abordado por un guardia de seguridad que preguntará «¿Qué hace usted aquí?» antes de ser expulsado. Ni siquiera los antiguos alumnos pueden hoy pasearse por el lugar para rememorar nostálgicamente los años de su juventud.
En resumen, el Internado y el Ramiro de Maeztu tienen una rica historia que refleja la evolución y los cambios en la sociedad madrileña a lo largo de las últimas décadas. Aunque el lugar ha cambiado con el tiempo, su importancia cultural y su legado perduran, lo que lo convierte en un lugar importante no solo para los madrileños, sino también para los visitantes que buscan entender la diversidad y la riqueza de la historia de Madrid.