
El 25 de abril de 1974, Portugal experimentó un hito histórico que dejó al mundo maravillado. En un acto de valentía y determinación, aproximadamente 5.000 militares del ejército portugués, encabezados por un grupo de capitanes que mantuvieron en secreto sus planes, se levantaron contra la dictadura, poniendo fin al régimen totalitario más longevo de occidente que duró casi 48 años. Lograron este cambio monumental con poco uso de la violencia y, desde entonces, esta fecha se celebra como la fiesta nacional de Portugal.
La sociedad portuguesa se unió en masa a los militares, cansados de la dictadura y de las interminables guerras coloniales. En un poderoso gesto simbólico, una camarera, sin tabaco para repartir, repartió claveles a los soldados y los colocó en sus fusiles. Esta imagen dio nombre a lo que se convirtió en una revolución a todos los niveles: la Revolución de los Claveles.
Este levantamiento pacífico adquirió popularidad en todo el mundo, generando un inmenso sentimiento de esperanza y entusiasmo no solo en Portugal, sino también en muchas otras partes del mundo. La proximidad y las similitudes entre las dos dictaduras hicieron que este movimiento generara esperanza en España, que en aquel momento soñaba con el fin del franquismo.
El 25 de abril estuvo lleno de pequeños gestos que se convirtieron en épicos, como el de un cabo que desobedeció a su general y se encerró en su tanque para evitar disparar contra los revolucionarios. Este evento perduró durante años y permitió una transformación radical de Portugal, facilitando su entrada de lleno en la órbita occidental.
En 1970, la tasa de mortalidad infantil en Portugal era del 70%; en 2001 se había reducido al 0,5%. El analfabetismo disminuyó drásticamente y las libertades públicas y los derechos civiles, como la igualdad de la mujer, se fueron consolidando con fuerza después de casi cinco décadas de represión. La adhesión a la entonces llamada Comunidad Económica Europea en 1986, al mismo tiempo que España, consolidó la modernización y democratización total del país.
Sin embargo, 50 años después del 25 de abril y casi 40 años después de la adhesión a la UE, según Margarida Davim, periodista de Dirio de Noticias y de CNN Portugal, todas estas enormes expectativas no se han traducido en la solución mágica de los problemas que muchos soñaban. Muchos han terminado en la frustración y el desencanto.
Los problemas para acceder a una vivienda, más acentuados en Lisboa y otras grandes ciudades portuguesas que en Madrid u otras capitales europeas, los bajos salarios y el deterioro de la sanidad o la educación públicas han generado en los últimos años un sentimiento de pesimismo en la sociedad portuguesa que podría estar afectando a los ideales democráticos de abril.
Además, «los jóvenes ya no tienen memoria de lo que fue la dictadura de Salazar», continúa Davim, y muchos desconfían de los partidos tradicionales. Este es, por ejemplo, parte del secreto del éxito de Chega, la formación de extrema derecha que superó el 18% de los votos en las elecciones legislativas del pasado 10 de marzo.
Una encuesta encargada por el semanario Expresso y la televisión SIC reveló datos preocupantes: el 34% de los portugueses prefieren un líder fuerte que no tenga que responder ante el Parlamento y que no sea elegido en unas elecciones frente a un 43% que lo rechaza. El 45% de los encuestados se mostró a favor de que las decisiones más importantes las tomen técnicos o especialistas y no los políticos frente al 23% que se posiciona en contra. Por último, la mayoría cree que el país está hoy mejor que hace 50 años. Pero un nada desdeñable 29% afirma que Portugal estaba mejor antes de 1974 porque se apoyaba en una identidad nacional defensora de los valores tradicionales.
A pesar de todo, sigue siendo mayoritario el sentimiento positivo hacia el 25 de abril y las conquistas democráticas. La directora general de Ipsos Portugal, Marina Petrucci, señala que la satisfacción con la democracia portuguesa «es hoy mayor que hace 10 años, en 2014, cuando estábamos saliendo de los años del ajuste y el rescate financiero».
Petrucci destaca que el 65% de los portugueses consideran que el 25 de abril es «el momento más importante de la historia de Portugal«, según corroboran estudios demoscópicos. «En general», concluye, «las personas distinguen su insatisfacción a corto plazo con el estado de la sanidad pública, la educación o la vivienda de la experiencia de progreso que se ha vivido en Portugal en los últimos 50 años».
Hace medio siglo, el discreto y humilde Portugal dio una lección al mundo, desatando una revolución pacífica y desplegando un sistema democrático tras 48 años de dictadura, que a pesar de todavía ser incapaz de resolver muchos problemas, goza de buena salud, según analistas tanto de derecha como de izquierda.