
La reciente reunión anual del Parlamento chino ha dejado en evidencia la consolidación del poder absoluto en manos de un líder de 70 años, Xi Jinping. El evento ha demostrado nuevamente que China, a pesar de sus luces y sombras, continúa evolucionando hacia un régimen cada vez más personalista. La escena política china es actualmente un espectáculo coreografiado donde Jinping, que ha eliminado los límites de mandato, ha incorporado su ideología a la Constitución del gobernante Partido Comunista (PCCh) y ha situado a sus hombres más leales en los puestos de liderazgo clave.
Aunque en las sesiones de la Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo del país, Jinping parece mantener un papel secundario, su nombre, como venerado líder al frente del partido, del ejército y del Estado, aparece repetidamente en cada discurso. La última reunión política concluyó con la revisión y aprobación de una ley que otorga al Partido Comunista aún más control sobre el Consejo de Estado. Este órgano ejecutivo, liderado por el primer ministro Li Qian, es responsable de supervisar los 21 ministerios y los gobiernos locales.
La enmienda de la Ley Orgánica del Consejo de Estado, la primera desde 1982, enfatiza que el gabinete tiene que «defender resueltamente la autoridad del Comité Central del PCCh y su liderazgo centralizado y unificado». También debe «seguir el pensamiento de Xi Jinping», la ideología del partido. En resumen, los cambios definen con más claridad que el Consejo de Estado debe cumplir la función de mero ejecutor de las políticas del partido.
Por primera vez, no se permitió a los medios internacionales hacer preguntas al primer ministro en una rueda de prensa que se ha venido celebrando durante las últimas tres décadas. Aunque esta rueda de prensa solía estar llena de preguntas filtradas y no se salía del guion oficial, era el único momento en todo el año en el que el segundo hombre fuerte de la superpotencia asiática, a cargo de gestionar la economía, se enfrentaba a los corresponsales extranjeros.
Este año, el papel del primer ministro Li Qian se limitó a leer el informe de trabajo del Gobierno ante un auditorio de casi 3.000 diputados de todos los rincones del país, cuya función es validar las decisiones tomadas previamente por la cúpula del PCCh. A pesar de su papel limitado, los delegados, representando a los 56 grupos étnicos del país, tuvieron la oportunidad de presentar sus propuestas: se presentaron 7.000 en los últimos siete días de reuniones.
Las reuniones de este año han estado marcadas por un equilibrio entre las promesas de mayor apertura para revitalizar la economía y el compromiso de reforzar la seguridad nacional. Por un lado, los líderes chinos afirman que abrirán más las puertas a los inversores extranjeros y reducirán las restricciones de acceso a algunos mercados.
En una rueda de prensa, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, insistió en que China sigue siendo un lugar atractivo para invertir y hacer negocios. También anunció una expansión en la lista de países cuyos ciudadanos ahora podrán entrar a China sin necesidad de visado.
Sin embargo, estos mensajes de apertura, que se repiten constantemente en todas las reuniones, tratan de calmar el nerviosismo de muchos inversores extranjeros después de que Pekín aprobara recientemente nuevas y poco claras leyes de protección de datos y antiespionaje. Los analistas cuestionan la compatibilidad de mantener una economía abierta al mismo tiempo que se busca aumentar la vigilancia y el control interno para protegerse de las amenazas a la seguridad nacional.
Una conclusión clara de las reuniones legislativas de esta semana es que para sostener la economía y fortalecer la seguridad nacional, es necesario promover «nuevas fuerzas productivas de calidad», un antiguo concepto en la narrativa de Pekín que Xi ha resucitado recientemente. Según Xi, China debe consolidar su liderazgo en vehículos eléctricos, baterías de litio y células solares, mientras continúa la investigación en campos revolucionarios como la tecnología cuántica.
El presidente también ha pedido al Ejército Popular de Liberación (EPL) que utilice nuevas aplicaciones de inteligencia artificial para potenciar su fuerza. En la misma línea, uno de los delegados de la APN representando al ejército, Wu Qian, dijo que el principal objetivo era «mejorar integralmente la capacidad estratégica» para defender la soberanía nacional y la seguridad.
Finalmente, en la inauguración de la reunión política, se presentó un aumento del 7,2% en el nuevo presupuesto militar, la misma tasa de crecimiento que el año pasado. Según Wu, «El aumento del presupuesto se destinará principalmente a importantes proyectos para fortalecer plenamente la preparación para el combate y la guerra». La semana pasada, Xi Jinping, en una reunión con los jefes de las fuerzas armadas, especificó que el ejército debe estar preparado para una guerra naval.