
En una jornada electoral en la región vasca de España marcada por la tensión y la emoción, EH Bildu y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) terminaron en un empate a 27 escaños cada uno, un resultado que, aunque no cambia el balance de poder, sí marca un hito histórico en la política vasca.
Otxandiano, el candidato de Bildu, estuvo al borde de lograr un triunfo electoral sin precedentes. La campaña electoral fue larga y dura, y la euforia inicial de Bildu empezó a desinflarse cuando se negó a definir a ETA como una «banda terrorista». Sin embargo, a pesar de las dificultades, Otxandiano celebró el empate como una victoria. «La distancia que hace cuatro años era de diez escaños, hoy es de cero», afirmó ante los centenares de militantes en el Mercado del Ensanche de Bilbao.
Alrededor de 340.000 vascos depositaron ayer la papeleta de EH Bildu en las urnas, 90.000 más que en los comicios autonómicos del año 2020. Con el 32.5% del voto, la izquierda abertzale, con sus numerosas refundaciones, cambios de siglas y coaliciones, tendrá en esta legislatura los mismos parlamentarios que el PNV.
Otxandiano celebró el «salto político que ha dado la izquierda soberanista». «Es espectacular», afirmó, «entramos en una nueva realidad política». En medio de los gritos de «independencia», la militancia de Bildu, emocionada y abrazándose, parecía compartir su entusiasmo y orgullo.
Pese a que no podrán impedir que se reedite el gobierno de coalición entre PNV y PSOE, los abertzales sumaron ayer seis nuevos escaños y serán decisivos en algunas de las decisiones que tiene pendiente el Parlamento de Vitoria, como la aprobación de un «nuevo estatus» para el País Vasco.
El candidato de Bildu mostró su disposición a un pacto entre los nacionalistas que, en esta legislatura, representarán el 72% del Parlamento, un récord en la historia política vasca. Aunque es consciente de que sus opciones de presidir Euskadi son remotas, Otxandiano no descartó un «gran acuerdo de la izquierda que cumpla con el mandato popular».
Durante la campaña, Otxandiano habló de garantizar el acceso a la vivienda y de reformar el sistema sanitario, propuestas que resonaron en el electorado de la izquierda confederal. La formación abertzale se ha convertido en la principal opción para estos votantes, que ante la ruptura entre Podemos y Sumar, migraron casi en bloque hacia Bildu.
La juventud ha sido el principal caladero de votos abertzale, que presentaba para estos comicios unas listas renovadas y rejuvenecidas, símbolo del «relevo generacional» por el que pretende transitar Bildu. Un lavado de cara que lo acerca a los más de 75.000 vascos que acudieron ayer por primera vez a las urnas y lo aleja del posicionamiento sobre la violencia de ETA que lastró sus resultados en anteriores campañas.
Ayer, Bildu triunfó en Guipúzcoa y Álava. En la primera, por casi 30.000 votos y en la segunda, la provincia «de militares y curas» según ellos mismos, pero hoy con el Gobierno vasco y mucho euskaldún, por 3.500. Sólo Vizcaya salvó al PNV y evitó el liderazgo global de Bildu.
A pesar de todo, el verdadero líder sigue siendo Arnaldo Otegi, mentor e ideólogo de Bildu. Ambos celebraron ayer una victoria que, hace 15 años, cuando ETA aún mataba, jamás habrían imaginado. El empate de Bildu con el PNV no sólo es un hito político, sino también una señal del cambio de tiempos y del creciente apoyo a la izquierda abertzale en el País Vasco.