
En plena era de la información y la salud, muchos de nosotros nos esforzamos por comer de manera saludable, aunque a menudo nos encontramos luchando contra la falta de motivación y la desinformación. Andrea Sorinas, diplomada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en obesidad y patologías digestivas, propone un cambio de enfoque en su libro El libro que la industria alimentaria no quiere que leas.
Sorinas, con 12 años de experiencia en el cambio de hábitos, busca cambiar la perspectiva errónea de que la alimentación saludable es aburrida, cara y restrictiva. En cambio, quiere que nos centremos en los beneficios en el bienestar que una dieta balanceada puede ofrecer.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas son responsables del 74% de las muertes mundiales. La mejor manera de combatir estas condiciones es abordando los factores de riesgo que las propician, como el sedentarismo, el alcohol, el tabaco y la mala alimentación. Sorinas argumenta que si podemos prevenir estas enfermedades, ¿por qué no lo hacemos?
La industria alimentaria, que en España mueve 140.000 millones de euros al año, tiene como objetivo principal vender más, no necesariamente nutrir mejor. Sorinas critica a esta industria por su promoción de alimentos ultraprocesados y su falta de interés en educar a los consumidores sobre la importancia de una alimentación saludable.
El problema, según Sorinas, es que vivimos en el piloto automático, sin reflexionar sobre lo que comemos. Nos hemos acostumbrado a la comodidad de los alimentos precocinados y ultraprocesados, que a menudo contienen ingredientes de baja calidad.
Sorinas también critica las aplicaciones para leer etiquetas, argumentando que nos despojan de nuestra capacidad para pensar por nosotros mismos. Opina que algo tan importante como nuestra alimentación no debería dejarse en manos de máquinas o de la industria alimentaria. En lugar de ello, deberíamos aprender a tener un pensamiento más crítico y a tomar decisiones informadas sobre nuestra alimentación.
Además, Sorinas sostiene que nuestra educación alimentaria está equivocada. Se nos ha hecho creer que comer sano es sólo para cuidar nuestro aspecto físico, sin considerar los beneficios para nuestra salud. Esta percepción errónea puede conducir a la restricción y la falta de motivación para mantener una dieta saludable.
Al hablar de los alimentos procesados, Sorinas argumenta que no todos son malos. Algunos, como las legumbres ya cocidas o los tomates triturados en lata, pueden ser opciones saludables y convenientes. Sin embargo, es crucial aprender a identificar los ingredientes que sólo aportan placer pero no salud, y saber cuándo es apropiado consumir ciertos alimentos de forma puntual.
Otro concepto que Sorinas desacredita es el de los superalimentos. Argumenta que no existen alimentos milagrosos y que muchos alimentos locales tienen valores nutritivos altos, pero no reciben la misma atención porque no son tan lucrativos.
En resumen, Sorinas aboga por una alimentación consciente y bien informada. Propone llenar nuestros carros de compra con materias primas y alimentos frescos, priorizar los vegetales en todas las comidas, y aprender a leer las etiquetas de los alimentos para tomar decisiones informadas. A través de estos pasos, podemos romper con los hábitos alimentarios insalubres y encaminarnos hacia un futuro más saludable.