
El mundo del deporte ha sido durante mucho tiempo un terreno dominado por hombres, pero con cada día que pasa, las mujeres están ganando terreno en términos de reconocimiento y visibilidad. Un ejemplo reciente de esto puede verse en el fútbol, donde Manchester City ha lanzado una campaña llamada «Fútbol es fútbol», que tiene como objetivo eliminar la distinción de género en el deporte, al igual que ocurre en tenis o baloncesto.
Además, las hazañas logradas por mujeres en el fútbol, como el Balón de Oro de Aitana Bonmatí y el campeonato del Mundo con gol de Olga Carmona, han contribuido a duplicar la visibilidad de las mujeres deportistas en los medios de comunicación. Según un informe de la agencia de comunicación estratégica Apple Tree y Rebold, la atención hacia las mujeres deportistas en la agenda informativa se duplicó en 2023, aumentando de un 14% a un 29%. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer hasta lograr una representación igualitaria.
La historia de Alba Guerrero es un ejemplo de la lucha que muchas mujeres deportistas deben enfrentar para seguir persiguiendo su pasión. Nacida el 9 de junio de 1992 en Montgat, Guerrero ha jugado al fútbol desde que tiene uso de razón, participando en diferentes categorías y viajando por toda España. Pero debido a las dificultades financieras, tuvo que abandonar su pasión para poder pagar sus facturas.
Guerrero explica que solo las jugadoras de la primera división femenina pueden ganarse la vida con el fútbol con cierta tranquilidad. Para poder seguir jugando, encontró una oportunidad en la Queens League Oysho, una liga de fútbol 7 con sede en Barcelona, ideada por el exfutbolista Gerard Piqué en 2023, en asociación con otras personalidades de internet y streamers (creadores de contenido en tiempo real).
La Queens League es una competición indoor que se aleja de las normas del fútbol tradicional, lo que la hace muy emocionante y llena de sorpresas. Sin embargo, para poder participar, Guerrero tiene que complementar su amor por el fútbol con otros trabajos.
Durante las mañanas, trabaja en una empresa familiar de reformas, y por las tardes, dirige un pequeño centro de Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), trabajando con caballos y perros como integradora social, ayudando a niños con discapacidad intelectual o física.
Además de estos trabajos, Guerrero también sigue un riguroso régimen de entrenamiento y nutrición para mantenerse en forma y prevenir lesiones. A pesar de las largas horas de trabajo y entrenamiento, Guerrero sigue dedicada a su pasión por el fútbol y espera que su historia pueda inspirar a otras mujeres a seguir sus propios sueños deportivos.
No obstante, Guerrero también reconoce que aún queda mucho camino por recorrer para lograr la igualdad de género en el deporte. Menciona que las mujeres todavía enfrentan comentarios despectivos y falta de oportunidades, y que la maternidad todavía puede ser un obstáculo para las atletas. Sin embargo, se muestra optimista sobre el futuro, citando el progreso realizado por la selección femenina de fútbol y la creciente visibilidad de las mujeres en el deporte.
Guerrero concluye que las mujeres deben seguir luchando por su lugar en el deporte y que la sociedad debe acostumbrarse a ver a las mujeres compitiendo, ganando sueldos profesionales y logrando hazañas como ganar un Mundial. Según ella, este cambio de mentalidad es esencial para que las futuras generaciones de niñas puedan ver el deporte como una opción viable y gratificante.