
El dominio de la Liga Endesa ha cambiado de manos, con Unicaja ascendiendo al trono, un logro considerable en este punto de la temporada. Este cambio de guardia se produjo después del sexto clásico de la temporada, durante el cual el Barcelona se mostró poderoso y el Real Madrid irreconocible. Una transformación que se debe en gran medida, si no en su totalidad, a la emergencia de un Ricky Rubio en plenitud.
El dominio del ritmo, la experiencia y la presencia calmada de Rubio fueron factores determinantes en el Palau. En la resolución, Vesely (con las dos torres blancas expulsadas por faltas) y la magia de Laprovittola tomaron el relevo. El Barcelona ganó desde el principio hasta el final, seguro de sí mismo, agresivo y preciso, con la cabeza siempre fría.
El partido fue un desafío para el Madrid, que intentó rebelarse en la segunda mitad, pero se encontró remando contra corriente en un ambiente hostil. Una vez más, en el Palau, el Barça salió victorioso, un triunfo más moral que otra cosa, ya que se acerca la hora de la verdad de la temporada y porque arrebata un bien preciado a su rival directo, nada menos que el liderato que luía desde la jornada 1.
El Real Madrid no pudo ocultar su desilusión. El sentimiento quedó perfectamente resumido en las palabras de Llull: «La manera en la que hemos salido es simplemente vergonzosa, hay que hacérselo mirar». El Barcelona había dominado al Madrid de una forma que pocas veces se ha visto esta temporada, aunque una pequeña reacción antes del descanso mantuvo con vida a los hombres de Chus Mateo.
El Barcelona fue un pitbull. Su arranque fue una revancha llena de ira por lo sucedido en el último clásico, la final de la Copa. Ricky Rubio y Laprovittola golpearon una y otra vez a un Madrid aturdido, que recibió un parcial de 24-2. Los hombres de Roger Grimau no permitieron una sola canasta sencilla y, en el otro aro, martillearon con su acierto desde el perímetro.
En medio de esta crisis, el capitán del Madrid, Llull, tuvo que salir al rescate. Espabiló a los blancos antes del descanso con dos triples. Después, un horrible Satoransky y la irrupción de Deck firmaron un parcial de 2-14 que era oxígeno para el Madrid. Ricky, en cancha de nuevo, puso un poco de orden con tres tiros libres.
El partido, que había aumentado su temperatura, ya estaba en la orilla cuando el Madrid vio cómo todo iban a ser malas noticias. La quinta falta de Tavares, la irrupción de Vesely, una falta técnica al desquiciado Poirier que poco después también abandonaba la cancha, y la puntilla de Laprovittola, con los cinco puntos finales, cerraron la fiesta.
Este fue un partido que cambió el curso de la Liga Endesa, con Unicaja tomando la delantera y el Real Madrid y el Barcelona luchando por mantenerse a flote. Pero al final, la experiencia y el temple de Ricky Rubio, así como la magia de Laprovittola y las actuaciones estelares de Vesely y Llull, demostraron ser demasiado para el Real Madrid. El partido fue un recordatorio de la intensidad y la rivalidad que existen en la Liga Endesa, y un testimonio de cómo un solo partido puede cambiar el curso de una temporada.