
La Biblioteca Gabriel Garciá Márquez en la calle del Treball, Barcelona, es un símbolo de la ciudad en 2024. Esta estructura arquitectónica ha sido reconocida por el Premio de Arquitectura Contemporánea de la UE Mies Van der Rohe como la mejor obra de autores emergentes en toda Europa. El madrileño Guillermo Sevillano, coautor de la biblioteca junto con su socia Elena Orte, narra que la apertura de este espacio fue un momento emocionante para la comunidad. La respuesta del público fue abrumadora, con muchos afirmando que esperaban algo así desde hace años. La biblioteca se convirtió en un lugar tan acogedor que muchos afirmaron sentirse más cómodos allí que en sus propias casas.
El éxito de la biblioteca fue tal que empezó a aparecer en los medios de comunicación y a atraer a visitantes de todas partes, desde turistas japoneses hasta tiktokers e instagramers que grababan sus vídeos en el lugar. Sin embargo, este éxito también trajo consigo tensiones. Sevillano recuerda cómo en una de sus visitas vio a una pareja leyendo en la zona de la fotocopiadora, un rincón agradable pero diseñado para otros propósitos.
La Biblioteca García Márquez es el segundo proyecto barcelonés consecutivo que recibe el Premio UE-Mies Van der Rohe, después de la cooperativa de viviendas La Borda. Aunque La Borda se encuentra en Sants, un antiguo barrio industrial, y la biblioteca en Sant Mart, al otro lado de la ciudad, el paisaje no es muy diferente en ambos lugares. Ambos proyectos se encuentran en zonas que antes no eran atractivas ni pintorescas para los visitantes.
Sevillano explica que la ubicación de la biblioteca, un terreno desapercibido y poco significativo en un barrio de viviendas antiguas, demandaba una intervención. Se creó una estructura que generara un espacio propio, un lugar en el que la comunidad pudiera reunirse. El edificio se retiró de los límites de su parcela, creando así una plaza que Sevillano describe como un «salón urbano».
El concepto de biblioteca ha evolucionado en los últimos 25 años. Sevillano comenta que las bibliotecas ya no son simplemente espacios solemnes para el acceso al conocimiento. En la actualidad, se están convirtiendo en centros cívicos, lugares para las relaciones y los encuentros. En este sentido, la Biblioteca García Márquez fue diseñada con un enfoque en la domesticidad.
La biblioteca está llena de espacios que se asemejan a salones y presenta cambios de escala que van de lo íntimo a lo casi monumental. La madera es el material predominante, no solo por su ligereza y sus bajas emisiones de CO2, sino también por su propiedad táctil que invita a socializar. Sevillano afirma que la madera atrae al tacto de una forma en que el acero no lo hace.
La construcción de la biblioteca fue un proceso complicado, marcado por la pandemia, la distancia geográfica entre los arquitectos y el lugar de la obra, y las dificultades del sector de la construcción tras la crisis de 2008. A pesar de estas dificultades, Sevillano y Orte lograron crear un espacio que ha redefinido las relaciones de las personas con el mundo construido.
La concepción de la arquitectura como un hecho colaborativo e idealizado, sin un autor en particular, se contrapone a la realidad compleja y conflictiva de la construcción de la biblioteca. Sin embargo, esta tensión entre los ideales y la realidad es también reflejo de la ciudad de Barcelona en 2024, una ciudad capaz de albergar proyectos desafiantes y exitosos como la Biblioteca García Márquez.